La decisión de la FIFA de celebrar el Mundial de 2030 en seis países, con los aficionados volando a más de 100 partidos, aumentará la huella de carbono del torneo y choca con los compromisos climáticos del organismo rector del fútbol, dijeron expertos.
La FIFA asignó el Mundial de 2030 a España, Portugal y Marruecos la semana pasada, pero también dijo que Uruguay, Argentina y Paraguay albergarían tres partidos con motivo del centenario del torneo.
Después de tres partidos en Sudamérica, del 8 al 9 de junio de 2030, el torneo se dirigirá a España, Portugal y Marruecos, lo que supondría varios vuelos transatlánticos para equipos y aficionados.
Es un marcado contraste con la Copa Mundial de 2022 en Qatar, que contó con sólo 32 equipos y 64 partidos que se jugaron en ocho estadios en Doha y sus alrededores.
"El gran problema es que el evento no deja de crecer", afirma la ecologista deportiva Madeleine Orr, profesora adjunta de la Universidad de Toronto, cuyas investigaciones analizan los efectos del cambio climático en el sector del deporte.
<b>"Cada decisión que haga crecer el Mundial va a aumentar la huella de carbono del evento. Esa es la verdad</b> (...) La FIFA ha dicho que tiene en cuenta el medio ambiente, pero todas sus acciones sugieren lo contrario".
La FIFA afirmó que tomará todas las medidas necesarias para mitigar el impacto medioambiental de la Copa, y añadió que el 97% del torneo de 2030 se celebrará en tres países que comparten frontera o están separados por pocos kilómetros.
La entidad había dicho que se comprometía a reducir en un 50% las emisiones de carbono para 2030 y a alcanzar el objetivo de cero emisiones netas en 2040.
El Dr. Walker Ross, profesor de Gestión Deportiva en la Universidad de Edimburgo y miembro del Grupo de Ecología del Deporte, afirmó que sólo los vuelos transatlánticos serían responsables de entre una tonelada y media y dos toneladas de dióxido de carbono (CO2) por persona que viaje.
"En el Mundial de Qatar, los desplazamientos dentro del país fueron mínimos porque el país es muy pequeño", explicó Ross. <b>"En 2030, los equipos volarán a Sudamérica, jugarán un partido y luego regresarán, digamos, a España. Eso parece un consumo intensivo de carbono".
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Ross destacó que los beneficios reales de la compensación de carbono -como la compra de un bosque y su mantenimiento o la plantación de árboles- tardarán décadas en llegar al sistema.
"Mientras tanto, el impacto real del carbono de esos vuelos se produce ahora mismo, no dentro de años y años, que es lo que estamos viendo con la compensación", señaló.
(NA)