REDACCIÓN ELONCE
En un cambio histórico en los hábitos alimenticios de Argentina, el consumo de pollo superó por primera vez al de carne vacuna en 2024.
Según estadísticas, los argentinos consumieron 49,3 kilogramos de pollo por habitante, frente a 48,5 kilos de carne vacuna, marcando el nivel más bajo de consumo de carne de vaca en 28 años. Este fenómeno responde principalmente a la crisis económica y los altos costos de la carne vacuna, lo que llevó a los consumidores a optar por el pollo, una alternativa más accesible.
Aunque el consumo de carne bovina cayó, Argentina sigue siendo uno de los países con mayor consumo total de carnes del mundo, con 115 kilos per cápita, sólo por detrás de Estados Unidos. Además, el consumo de carne de cerdo aumentó significativamente, alcanzando los 17,7 kilos per cápita en 2024.
El sector avícola atraviesa un momento clave, marcado por la inflación y el aumento de costos. A pesar de que el pollo desplazó a la carne vacuna en el consumo local, ¿cómo enfrenta la industria la presión de los costos crecientes? ¿Qué estrategias están adoptando los empresarios para mantenerse competitivos en este contexto?
Además, la amenaza latente de enfermedades como la Influenza Aviar genera inquietudes. ¿Qué medidas se están tomando para garantizar la salud de las aves y evitar brotes? Finalmente, la apertura a nuevos mercados internacionales es crucial para el crecimiento del sector. ¿Cómo puede Argentina ampliar su presencia en mercados con alta demanda de carne aviar como China y Japón? ¿Qué políticas públicas podrían fortalecer la competitividad global del sector?.
Este tema fue debatido en el programa El Ventilador, que se emite martes y jueves a las 21.30 por Elonce y el invitado fue el empresario Héctor Motta, quien reflexionó sobre la evolución de la industria en Argentina, marcada por momentos de crisis y modernización. Destacó el impacto de la influenza aviar, la importancia del mercado chino y los desafíos económicos actuales, como el retraso cambiario y la falta de competitividad.
“Esta ha sido mi actividad principal durante más de 60 años e indudablemente para lo que es el país, es una de las industrias agroalimentarias más jóvenes que tiene Argentina”, comenzó diciendo.
“Se empezó a gestar a fines de la década del 50 y de ahí en adelante pasó a ser un valor presente durante los días festivos, todos los domingos se comía pollo, y era muy difícil salir de ese lugar hasta que la década del 80 tuvimos un golpe muy fuerte, había una alta inflación, y en ese momento el gobierno de turno para contener los precios decidió importar masivamente productos”, dijo en referencia a los pollos de Mazzorin. “Trajeron ese producto para regular los precios, pero no funcionó”, recordó.
La avicultura pasó ese momento y fue alcanzando una economía de escala. En el año 1989 cuando iba a asumir la presidencia Carlos Menem, lo convocaron a Motta para explicar un plan de crecimiento para la avicultura argentina, pero no creyeron que se podía duplicar la producción y pasar de 10 a 21 kilos. Después se hace la transformación a través de (Domingo) Cavallo que implementa una modernización en el país y en ese marco el empresario entrerriano fue convocado para ser parte del Programa de Reconversión Avícola Nacional, que consistió en modernizar las viejas instalaciones que había en los campos y poner galpones avícolas.
“Han pasado casi 30 años de esa modernización y hoy estamos con galpones completamente inteligentes donde el esfuerzo que hacía el ser humano prácticamente no existe. Está todo automatizado, gozamos de otros beneficios y se ha encontrado una economía de escala muy importante”, expresó para destacar que con esta modernización los pollos “tienen mejor confort que muchos de los humanos”.
“Esta economía de escala permitió que esos 21 kilos que parecían un idealismo, fueran 35 y se dijo vamos por más siempre y cuando se abra el mercado internacional. Pero viene la caída en el año 2001, hubo una devaluación muy brusca, y lo que bastó fue levantar las perillas de todo lo que estaba instalado y ver que la exportación era posible. Teníamos un tipo de cambio positivo, y nos puso en una situación de competitividad a nivel mundial interesante y esto provocó que Argentina se animara mucho más de participar en ferias internacionales”, indicó el empresario.
Esto ayudó en la planificación a largo plazo, ya no teniendo el mercado interno como objetivo permanente sino también tener en cuenta el mercado internacional.
Las consecuencias de la influenza aviar
Por otra parte, Motta recordó el mal trago que dejó hace dos años la influenza aviar. “Nos maltrató un poco y en ese momento teníamos una avicultura planificada para el mercado interno e internacional, pero tras la denuncia de la enfermedad se nos cayeron todas las exportaciones y se empezó a trabajar en un escenario de rentabilidad muy esquiva. Desde entonces el mercado en China no se logró reabrir a pesar de los pedidos permanentes hacia el Gobierno”.
Para Argentina como productor de alimentos el país asiático “es un mercado muy apetecible, por no decir único y se deben realizar todos los esfuerzos para que nos reabran las puertas nuevamente. La actividad avícola tiene que seguir mirando el mercado de Asia, que tiene volumen de consumidores”, entendió el empresario.
Como dato, mencionó que el 50 por ciento de la carne aviar que se consume en Argentina, “se produce en Entre Ríos, generando unos 18.000 puestos de trabajo y es un número importante. Está expandido por toda la provincia”.
Presente y futuro
“En la avicultura es muy difícil que la gente sea despedida de alguna empresa, tiene que ser un caso extremo, porque esa cultura de trabajo familiar con el que se inició la avicultura continúa hasta el día de hoy. En nuestro grupo ocupamos unas 1000 personas y es prácticamente una familia y el empresario de Entre Ríos lo último que va a hacer es dejar gente en la calle, pero estamos sufriendo”, entendió el empresario.
“Tenemos el mercado de China cerrado y con un dólar clavado. La inflación de la carne aviar trasladada a enero a enero fue del 56% lo que creció en precio, y la inflación fue del 117 por ciento. Se nos caen las lágrimas, estamos trabajando sin rentabilidad, hemos tomado endeudamiento para permanecer y el dólar retrasado indudablemente retrasa el intercambio comercial a nivel mundial, somos fácilmente vulnerables y somos poco competitivos a la hora de exportar; en algún momento tiene que haber una corrección, tenemos que ir a un superávit fiscal y también comercial”, argumento.
Ante la consulta, Motta opinó que “un dólar razonable tendría que estar en 1200 o 1250 pesos que sería lo razonable para seguir operando en forma normal”.
Consumo y aceptación
El empresario destacó que con el correr de los años, “varió la aceptación en la mesa, además se está hablando de un producto saludable y también se ha reconocido que el consumo de huevo es saludable. Por eso hay una demanda masiva a nivel mundial y también por un tema de costo”.
“Antes el kilo de pollo costaba lo mismo que un kilo de asado y hoy eso cambió. Se ganó en competitividad y le hemos abaratado la canasta familiar a los argentinos”, puntualizó.
A futuro, no muy lejano, dijo que “si el dólar no mejora para exportar nos tendrán que sacar impuestos porque de lo contrario alguna empresa va a entrar a caer y se deben evitar una serie de cuestiones como es el achicamiento de los créditos, la preocupación de los bancos por el retorno del capital prestado”. Elonce.com