Para pasar de un individuo a otro, el dengue necesita de un vector, que en este caso es el mosquito Aedes aegypti. La dimensión de la epidemia depende en gran medida de las condiciones ambientales para que estos insectos se desarrollen.
Por ese motivo, la insistencia con el descacharrado como herramienta principal de prevención no es antojadiza: en los lugares donde no hay mosquitos, no hay dengue. Un arma tan simple -aunque tan difícil de optimizar a la vez- que supera a cualquier otra disponible, incluso la novedad de la vacuna.
Es fundamental el descacharrado
El momento actual es clave porque el ascenso de la temperatura en esta época del año, seguido de lluvias y humedad, hace que los huevos de mosquito que han permanecido en estado de latencia durante la época fría del año encuentren “su” momento para empezar a desarrollarse y salir a picar.
Aparece la posibilidad, también, según han demostrado algunos estudios, de que exista transmisión vertical: esto es, hembras de Aedes aegypti infectadas de dengue al momento de poner sus huevos, por lo que las larvas “saldrían de fábrica” infectadas sin necesidad de picar a una persona enferma para transmitir el virus.
Científicos argentinos han hecho un descubrimiento que parece un bálsamo: a través de un experimento realizado en la Ciudad de Buenos Aires, confirmaron que las hembras de Aedes aegypti estarían tomando “malas decisiones” a la hora de poner sus huevos.
Conductas “errónea” de los mosquitos
El trabajo le pertenece al investigador Pedro Montini, del Grupo de Estudio de Mosquitos (GEM) de la Facultad de Ciencias Exactas de la Universidad de Buenos Aires, y acaba de publicarse en la revista internacional Acta Tropica.
Esas conductas supuestamente equivocadas en función de la optimización del desarrollo de la especie, fueron relevadas en diez espacios verdes porteños, donde colocaron recipientes con agua apropiados para la colocación de huevos por parte de las hembras.
Los objetivos específicos del trabajo fueron tres:
1) la selección del sitio de oviposición de hembras de Aedes aegypti en contenedores con diferentes tiempos de acumulación de detritos (partículas de materia orgánica de la descomposición de flores, hojas, semillas, insectos y otros productos del entorno); 2) la favorabilidad para el desarrollo del Aedes aegypti en contenedores con diferentes tiempos de acumulación de detritos; y 3) la relación de diferentes categorías de detritos y de diferentes tiempos de adición de detritos con el éxito del desarrollo del Aedes aegypti.
Cómo fue el trabajo
En cada espacio verde, colocaron cuatro recipientes idénticos, cuya diferencia era que uno tenía más tiempo de acumulación de detritos (ocho semanas) y otro, menos (dos semanas).
Basándose en la hipótesis de “preferencia de oviposición-desempeño de las crías”, los investigadores esperaban que los recipientes más seleccionados, por las hembras, para depositar sus huevos (aquellos con mayor tiempo de acumulación de detritos), también presentaran condiciones más favorables para el desempeño de las larvas.
Silvia Fischer, investigadora de Conicet y directora del GEM, le contó a Gabriel Stekolchik en un artículo publicado en el portal Nexciencia, de Exactas: “Cuando dividimos la cantidad de huevos por los gramos de detritos que tenía cada recipiente nos daba un valor similar, independientemente de si el recipiente era viejo o nuevo”.
Es decir, las hembras ponían cantidades de huevos proporcionales a la cantidad de detritos de cada recipiente, lo que a priori podría parecer naturalmente apropiado.
Desarrollo de larvas
Sin embargo, la conclusión fue que las hembras estarían tomando esas “decisiones” sólo en función de la cantidad y no de la calidad de los detritos. Esto quiere decir que, si bien, en los recipientes que llevaban más tiempo acumulando detritos, el volumen de alimento era efectivamente mayor, la calidad nutricional del mismo decrecía atada al tiempo de descomposición.
De modo que, al final del experimento, el desarrollo de las larvas había tenido mayor eficacia en los recipientes en los que, aunque la cantidad de detritos acumulados era menor, el valor nutricional puesto a disposición de los futuros mosquitos implicaba que optimizaran el crecimiento en una medida superior que la alcanzada por los ejemplares signados a nacer en recipientes viejos.
El sostenimiento de esa conducta en el tiempo, redundaría en que las poblaciones de mosquitos, y en particular del Aedes aegypti, puedan tender a reducirse en lugar de aumentar, debido a que la especie no estaría optimizando naturalmente su método de reproducción, sino que habría una cuota de ese potencial presuntamente desperdiciada.
Fuente: (Clarín)