Este miércoles se realizó una disertación en la Catedral de Paraná, brindada por el padre salesiano Julio César Cabrera que ha estudiado sobre su vida y el “milagro paranaense”.
Padre salesiano Julio César Cabrera
Albino Luciani fue una “estrella fugaz” en la historia de la Iglesia Católica por su muerte inesperada: ocupó el cargo de Papa por solo 33 días.
Papa Juan Pablo I
Cabrera, quien brindó la charla, permaneció muchos años en Roma y actualmente está en la diócesis de Paraná. Ha sido asignado temporariamente sacerdote en la Parroquia San Roque. Es doctor en Teología.
Albino Luciani será beatificado el 4 de septiembre próximo y desde la Junta de Estudios de la Historia de la Iglesia de Entre Ríos buscan que se conozca su historia y el “milagro paranaense” protagonizado por la joven Candela Giarda.
“Es una chica normal, estudia, sale. No recuerda lo que pasó”
Familiares de Candela Giarda participaron de la disertación de este miércoles y aseguraron a Elonce que pretenden llevar “un mensaje de fe” a la comunidad.
“Dios es poderoso, tengan fe”, aseguró a Elonce una de las tías de la joven.
“No podemos hacer nada más. Se muere esta noche”, le dijeron a la mamá de la chica: padecía una encefalopatía grave. Pero acudió a la iglesia y un milagro ocurrió.
“En el barrio se rezaba día y noche por su salud. Decían que era incurable lo que tenía. Algunos de nuestra familia, no tenían ya esperanzas, estábamos todos muy mal. Y sucedió el ‘milagro’. Luego de que ella volvió de Buenos Aires veíamos cómo iba avanzando, era increíble. La veíamos y nos emocionábamos porque mejoraba y mejoraba”, agregó otra de las tías de Candela.
“Es un testimonio de fe. Le pedimos a quién esté en estos momentos en un momento difícil que tenga fe, que todo se puede”, manifestó otra de las familiares.
Se realizó disertación en la Catedral sobre la figura del Papa Juan Pablo I
Asimismo, apuntó: “Estamos emocionados de tener a Candela en casa. Es una chica normal, estudia, sale con sus amigas y amigos. No se acuerda nada de lo que pasó; creemos que es mejor que no recuerde. Damos gracias a Dios que ella está con nosotros”.
La historia del “milagro paranaense”
Candela Giarda tenía 10 años cuando los médicos que la atendían la desahuciaron.
En 2011, viajó casi 500 km en ambulancia, desde Paraná hasta la Fundación Favaloro. Tras padecer una encefalopatía grave, iba intubada. En este desdichado viaje, la acompañaban su mamá, un médico y una enfermera.
Candela Giarda, la "niña del milagro", vive en Bajada Grande
“Candela hizo una vida normal hasta los 10 años, que fue cuando se enfermó. Empezó con dolor de cabeza. Yo pensaba que era porque necesitaba anteojos. La llevé al consultorio del pediatra y del oftalmólogo, pero nadie sabía decir qué tenía, porque el único síntoma era el dolor de cabeza. A la semana, Cande comenzó a desmejorar, hasta tener vómitos y fiebre. Cuando la llevé a la guardia, me dijeron que estaba incubando un virus. Cada vez iba empeorando más, hasta que en la madrugada del 27 de marzo de 2011 la llevé al hospital pediátrico de Paraná y quedó internada en terapia. En pocas horas pasó a estar en coma, con respirador. Tenía convulsiones y probaban con distintos anticonvulsivos, pero nada funcionaba”, testimoniaba Roxana, la mamá de Candela.
Roxana cuenta que peregrinó por sanatorios, hospitales y distintos centros de salud de Entre Ríos, pero nadie sabía explicarle qué tenía su hija. La monitoreaban permanentemente, le hacían electroencefalogramas las 24 horas, placas todos los días, resonancias, tomografías. Nada alcanzaba para detectar en qué consistía su rara enfermedad. Incluso, cuando ingresaron a la Fundación Favaloro, no había un diagnóstico preciso. Años después, los especialistas concluyeron que la patología era FIRES (síndrome epiléptico por infección febril), una enfermedad de las consideradas raras, que afecta a una persona en un millón, casi siempre sin posibilidad de sobrevida.
“Desde que llegamos a Favaloro, Candela empeoró en vez de mejorar. No tenía expectativas de vida. Hasta me llegaron a decir que volviera a Paraná para que muriera en mi casa”, recordaba Roxana. Los especialistas le decían que, si acaso sobrevivía, la niña iba a quedar en estado vegetativo, ciega.
La noche más oscura y desesperante fue la del 22 de julio de 2011, cuando la doctora Gladys la abrazó y le dijo: “No podemos hacer nada más por ella. Cande se muere esta noche”. En ese momento, Roxana decidió pasar por la iglesia a la que siempre iba a rezar, la parroquia Nuestra Señora de la Rábida, ubicada a metros de la clínica, en Buenos Aires. Allí había conocido al Padre José Dabusti, quien la contenía en esos dramáticos días. “Aquella noche entré y le pedí que fuera a verla. Cuando se acercó a la cama de Cande, rezó y me indicó que pusiese las manos arriba de ella y se la encomendó al Papa Juan Pablo I”. Aunque no sabía nada acerca del Papa, Roxana confió en lo que le proponía el sacerdote y, sin dudarlo, se aferró a él sabiendo que era el último recurso.
Afortunadamente, el desenlace fatal nunca llegó. Unas horas después de invocar a Juan Pablo I, la niña empezó a evolucionar de manera favorable. Hasta que su vida no corrió más peligro y abandonó la terapia intensiva. Menos de veinticuatro horas después, comenzaba a recuperar sus capacidades vitales. Para su madre, solo hay una posible explicación: se trata de un milagro. Roxana asegura: “Los milagros existen, y yo lo vi con Cande”.
Este milagro es el que convertirá al Papa Juan Pablo I en beato de la Iglesia Católica, el 4 de septiembre.
“Si bien la beatificación de Juan Pablo I es una riqueza para toda la Iglesia, pero cuánto más para nosotros, para Paraná”, a raíz del milagro paranaense, puso relevancia Tanger. Elonce.com.