Casi todas las tardes Micaela Viciconte se convierte en trending topic en Twitter gracias a su participación en el programa Combate y a muchos de sus 180 mil fieles seguidores.
La rubia, dueña de sinuosas curvas naturales talladas a base de muchísimas horas de entrenamiento, se destapó en una producción de fotos que la muestran como una diosa guerrera. Y además, claro, respondió a todo sin vueltas.
-¿Cómo llegaste a Combate?
-Estoy desde la primera generación, hacía poco que estaba en Buenos Aires, había venido desde Mar del Plata. Fue mi papá el que me dijo que había un casting deportivo, no pensé que me iban a llamar porque supuse que iban a buscar modelitos. Cuestión que fui, pasé prueba tras prueba y quedé. Pasó el tiempo, gané la primera generación y desde ahí no paré hasta el día de hoy. En un momento, durante la cuarta generación, dije que no quería estar más porque los equipos son diferentes, se renueva la gente y no me sentía cómoda. Pero hablé con la producción y me quedé. Con este equipo actual me siento cómoda, me gusta, soy feliz. Si se da otra posibilidad de seguir en una sexta generación, obviamente seguiré, porque Combate es como mi segunda casa.
-Si bien es un programa de televisión, el reality requiere una preparación física muy importante, ¿no?
-Es un desafío físico y mental muy grande. Al ser un reality, los propios compañeros de equipo te nominan y después eliminan. Es un conjunto de cosas. Yo toda mi vida hice deportes, como boxeo, jugué 5 años al waterpolo en una liga, soy guardavidas y profesora de natación. Siempre tuve entrenamiento, pero no es lo mismo hacer deporte que Combate, porque nunca en mi vida me había colgado de un trapecio, por ejemplo. Pero se crece, se aprende y está buenísimo. Claro que mantengo una preparación importante para Combate, porque si no las lesiones aparecen muy rápido. Hace más de dos años que tenemos a Tito Speranza de entrenador y aprendí un montón de él.
-¿Llegaste a trabajar de guardavidas? ¡Otra que Pamela Anderson en Baywatch!
-(Risas) Sí, trabajé de guardavidas. Antes de recibirme hice 15 guardias con 15 rescates reales: la gente se ahoga todo el tiempo, y fue una experiencia linda. Me gustaría volver a una playa en el futuro, aunque es sumamente difícil porque requiere mucho contacto político, o acomodo. Además, no quieren a las mujeres en la playa por el machismo. Por otra parte, trabajé en hoteles y piletas de clubes, pero es un trabajo más relajado, aunque también me gusta.
-¿Recordás cuál fue el rescate más crítico del que participaste?
-No fue durante una guardia, sino cuando estaba en una playa de Ecuador, cuando fui a trabajar de modelo hace 5 años. Ya recibida, estaba tomando sol y cerveza con mis compañeras, hasta que en un momento empiezan a gritar pidiendo un salvavidas. Cuando miro, se estaban ahogando cinco personas en un lugar donde hacían surf. Había olas muy grandes y yo no conocía el mar. Pero no lo pensé y me metí y sólo pude agarrar a una persona, porque no tenía ningún elemento flotante para apoyarme. Los surfistas sacaron a los demás, entonces me encontré sola con la mujer, con quien estuve nadando unos 20 minutos por las olas gigantes, hasta que la pude sacar. La mujer estaba súper agradecida de que le haya salvado la vida, y para mí fue re meritorio porque lo pude hacer sola con apenas 21 años.
-¿Pasó alguna vez que un muchacho finja ahogarse para ser rescatado por vos?
-Siempre está el chiste fácil del "me meto y me ahogo", los babosos siempre están, pero mi carácter es bastante fuerte y eso colabora para que no boludeen mucho. Si te metés a propósito para fingir, no te saco del agua. Pero si de verdad le pasa algo a un chico, voy a ser la primera en estar. Yo usaba mallas enterizas porque me son más cómodas, con gafas, porque me molesta el sol de frente.
-Y a vos, si te gusta un chico, ¿sos de avanzarlo?
-No me acercaría a un hombre para iniciar una conversación. Soy bastante seca y fría, aunque es obvio que los ojos están para mirar. Obvio que miro, soy humana y miro, aunque desde el punto del guardavidas. Siempre están los los musculosos, langas, los que van por la playa trabados (risas). Una mira siempre, obvio, pero cuando trabajo, estoy las seis horas atentas al mar. Ahora, si algún chico me gusta, bienvenido sea.
-¿Cómo fue la experiencia de jugar waterpolo?
-Fue en el Atlantis de Mar del Plata. El deporte es una suerte de handball en el agua y yo jugaba de boya, como delantera, porque me gusta el contacto y el choque. Es un lindo deporte, aunque algo bruto. Requiere un estado físico muy importante. Nunca me imaginé que iba a ser tan agresivo. Me rasguñaron, me dejaron un ojo negro de una piña bien puesta, me pegaron piñas en el estómago debajo del agua porque no se ven los golpes. Ojo que yo aprendí a jugar, respondía porque casi que vale todo debajo del agua (risas). Sólo reaccioné mal una vez, cuando una chica me agarró del cuello para ahogarme: cuando pude levantar la cabeza para respirar, le pegué una piña para defenderme. Las dos terminamos expulsadas.
-Después te desquitaste con el boxeo?
-Ja, ja. Siempre quise hacer el boxeo de calle, no el tradicional. Empecé en Mardel y me gustó tanto que después de mucho entrenar, me dijeron que los blanditos se iban y sólo quedaban los fuertes. Eso hizo que me mentalice en aguantar los golpes hasta aprender. Entonces, un día el coach me propuso competir, pero me agarró miedo a que me desfiguren la cara y lo dejé para no entusiasmarme. Luego se dio la casualidad de que la primera entrenadora de Combate fue Carolina Duarte, campeona de boxeo, quien me dijo que tenía todas las condiciones para pelear. Ahí tengo una deuda pendiente, quizá el día de mañana vuelva al ring. En mi casa tengo todo, menos una bolsa. Es más, mi exnovio hacía kickboxing y cuando teníamos una discusión, nos descargábamos con los guantes, practicando el deporte, pero es algo que quedó en el pasado.
-¿Seguís sola?
-Sí. Tenía una relación a la distancia en Mardel, pero las relaciones a la distancia no me convencen. Tratamos de seguir lo máximo posible, pero no se pudo. Por otra parte, Bruno (Sainz Micheli) es un gran compañero con el que no llegamos a nada porque somos muy diferentes, él es muy bueno y tranquilo, y yo todo lo contrario.
-Se te atribuye un pasado botinero, en particular se te adjudica un romance con Diego "Ruso" Rodríguez, el arquero de Independiente. ¿Es verdad?
-He estado con gente del ambiente, no lo voy a negar, pero es algo que quedó en el pasado. Diego fue conmigo al colegio, teníamos una muy buena relación. Íbamos al mismo curso en la escuela 75 de Mardel. Él era el típico rubiecito, muy estudioso. Yo iba a las clases particulares con sus papás, que eran profesores. Con el Ruso coincidíamos en los asaltos, pero no fue mi novio. Creo que sí tuvo algo con Virginia Gallardo (N de la R: compañera suya en Combate). Lo que pasa es que Diego es una persona linda que genera atracción y seguro que tiene a las mujeres que él quiera, no lo sé. La realidad es que tenemos una buena relación, pero nunca intentamos nada.
-¿Cómo te trata el mundo de la moda?
-Por lo pronto, no estoy en ninguna agencia. Cuando vine a Buenos Aires fui a la agencia de modelos de Leandro Santos y no me gustó, no me sentí cómoda porque me habían dicho que estaba gorda y no volví más. Lo que no entendían en esa agencia es que yo tengo cuerpo de deportista y no puedo ser un esqueleto, tampoco es mi idea. Cada uno sabe qué puede y qué no puede dar con su cuerpo, por eso ni discutí. Yo no me considero gorda, además, sé que hay personas que sufren la obesidad. Si bien trabajo de modelo, no me considero una top ni mucho menos una profesional de carrera.
-¿Tenés alguna cirugía estética?
-No. Ni me haría una, me dan miedo. Nunca evalué operarme nada. Mi nariz no es lo que más me gusta y tengo un complejo, pero es la que tengo. No creo que necesite cirugías hoy por hoy. Ni siquiera de lolas, porque no me molesta cómo soy, creo que soy equitativa. Quizá después de tener hijos me haga un retoque, pero por ahora, no.
-¿Para ser madre te falta encontrar al padre de tus hijos?
-Sí, me falta mi príncipe azul. Estoy complicada por cómo vengo, porque al estar en la tele es más difícil que un hombre que no es del medio te banque, comprenda que besás a otro en el escenario y todo eso.
-¿Cómo fueron tus primeros días sola en Buenos Aires?
-Tomé la decisión de venirme de Mar del Plata de un día para el otro, cuando corté muy mal mi relación. Había sufrido. Vendí mi auto y con esa plata me manejé. Obvio que la pasé mal porque no conocía a nadie. Sólo tenía una amiga, Maypi, la chica de Gran Hermano 2015 que me hospedó un mes, y después me fui a vivir a una residencia estudiantil, donde vivo hasta ahora. Ellos son como mi familia y mis amigos, la paso bien ahí. Claro que hay momentos en que me gustaría tener algo para mí sola, pero no tengo la necesidad de irme. Ahí los baños y la cocina son compartidos. Incluso en la habitación vivo con otras dos chicas y duermo en una cama de una plaza. Es más, en la residencia hay que pedir permiso para llevar a alguien de visita y no se permite que ingresen al cuarto. Igual, no llevaría a nadie a la habitación. Más adelante me gustaría construirme mi propio hogar.
-O sea que siempre que salís con un caballero vas a su casa o a un hotel?
-Sí, ja, ja. Recemos que viva solo, si no vamos a un hotel sin drama. Veo difícil que me enamore de alguien con hijos, aunque no descarto que me enamore de una persona con familia. Igual, hace casi tres años que no me enamoro de alguien, si bien quise mucho al último chico con el que estuve en pareja.
-¿Sos liberal o más bien conservadora a la hora de conocer un hombre?
-Si las cosas se sienten, listo. No soy muy vueltera. Ya para construir una relación, la confianza es muy importante y me cuesta mucho llegar a tener confianza en el otro. Soy muy celosa, pero soy bastante liberal, no me gusta que me aten ni ataría al otro. Eso sí, que no se confundan. Si hay una infidelidad, no hay vuelta atrás.