Diego Borinsky y Marcelo Gallardo presentaron, en conferencia de prensa, un libro que narra las últimas andanzas del entrenador de River al frente del banco de suplentes de la institución de Nuñez.
En el auditorio había un selecto grupo de hinchas y socios invitados por el Banco Francés, dirigentes de River, amigos, familiares y allegados al entrenador y su representante, Juan Berros, además de la prensa. El evento contó con la conducción de otro periodista, Juan Pablo Varsky, quien para romper el hielo bromeó consigo mismo. "Voy a hacer una pregunta y voy a ser el primero en levantar la mano. ¿Hay alguien en la sala que sea hincha de Boca?".
Luego, fue el propio Varsky el que introdujo las primeras preguntas tanto para Gallardo como para el autor. Y empezaron a contar cómo se fue gestante esta nueva obra (la continuidad de "Gallardo Monumental") y a repasar algunas historias. Como por ejemplo, sobre aquella frase de la guardia alta un par de meses antes de la final de la Supercopa Argentina contra Boca. Una fea situación que vivió en su vida cotidiana como adolescente fue lo que al Muñeco, en verdad, lo hizo tener desde aquel momento la guardia alta.
"Cuando tenía 15 años sufrí un asalto. Estaba esperando el micro en la autopista Ricchieri para ir al predio de AFA en Ezeiza para entrenar con la Sub-17 y me robaron el bolso y la remera. Me amenazaron con un cuchillo y me asusté mucho. Fue un cimbronazo en mi vida. A partir de ahí empecé a observar para todos lados. Para mí la guardia alta es estar alerta en la vida. Hasta cuándo salía de mi casa miraba para todos lados", contó Gallardo. Y agregó: "Y ese episodio también me dio un don en el juego. El hecho de tener un sentido periférico. De mirar alrededor antes de recibir la pelota".
Entre broma y broma con Borinsky, Gallardo admitió que la foto de tapa en un primer momento no le gustó pero luego cambió de opinión. "Sentí que no me favorecía, que no quedaba bien, pero después interpreté que tenía ver con una forma de sentir, una forma pasional de expresarme". La foto de tapa es una imagen suya con el puño en el alto, los dientes apretados y cara feliz tras el triunfo a Boca en la final de Mendoza, el 14 de marzo del año pasado. El primero golpe letal al eterno rival. Nueve meses después vendría el más importante de la historia.
Gallardo también destacó la convivencia grupal que hay con su cuerpo técnico y con los jugadores. "No salen a la luz cuestiones extrafutbolísticas porque prácticamente no las hay. Se habla de fútbol y no de cuestiones personales. Y ese también es un triunfo".
Cuando Varsky le consultó sobre cómo le gustaría ser recordado por el hincha de River, Gallardo reflexionó: "No pienso en cómo voy a ser recordado, no me pongo en ese lugar porque los nombres no están por encima del club. Sí puedo decir que me llena de orgullo que los hinchas se sientan representados e identificados por el equipo. Eso a mí me llena".
Y también dejó otra reflexión futbolística comparando a su River en época de jugador con su River como entrenador. "En la década del 90 ganamos muchos títulos locales, una Libertadores y una Supercopa pero siempre me pareció que fue una década en la que podríamos haber ganado muchos más títulos pero nos faltó un plus". Ese plus es el que él le dio como técnico, justamente. Que lo llevó a cosechar 10 títulos en cinco años, siete de ellos internacionales -y tres nacionales- y a convertir a River en un equipo copero. "Fue una cuestión de preparación y de tener fortaleza en situaciones complicadas. Nos preparamos sabiendo que íbamos a afrontar combates futbolísticos por la forma en la que vivimos en Sudamérica. Y que no iban a ser fáciles resolverlas", explicó Gallardo.