La escena ya no asombra y, lamentablemente, se hizo una costumbre. A tal punto que el árbitro se tomó el tiempo de esperar casi una hora para decidir si seguía un partido, a pesar de que le habían abierto la cabeza a un protagonista con un proyectil. Una sociedad cómplice de la violencia, sin medidas de seguridad estrictas ni castigos ejemplares que vuelven a darle un triste espacio a las agresiones.
El clásico mendocino por la 9ª fecha del Federal A entre Gutiérrez y Maipú debía ser una fiesta. Ambos comparten la Zona 2 y precisaban el triunfo para meterse en la conversación. En el Estadio Gutiérrez Sport Club, el local se imponía desde los 4 minutos por el tanto de Cristian Lucero.
Cuando debía comenzar el segundo tiempo, un proyectil impactó en la cabeza de de Luis Sperdutti, técnico de Maipú. Quedó tendido en el suelo con una herida cortante por la cual recibió los primeros auxilios por parte de los asistentes que se encontraban presente.
Al no haber una ambulancia en el lugar (situación que debería impedir el inicio del partido), el DT debió ser trasladado a los camarines en camilla a la espera del arribo de la atención médica. El árbitro Nahuel Viñas aguardó durante 40 minutos la evolución de los hechos hasta tomar la decisión de suspender el derby. Otro papelón más en nuestro fútbol.
Para colmo, el Presidente del equipo local, Gustavo Gagliano, desligó a sus hinchas de la agresión y sembró incertidumbre con unas increíbles declaraciones en diálogo con Radio Andina: "Nadie vio la agresión a Sperdutti, nadie tiró nada. Hicieron todo este circo para no comerse seis goles".