Se sintió la baja de Agüero, también la falta de contundencia. El Manchester City sufrió una dura derrota de arranque en el grupo D de la Champions League. Es una caída que complica su futuro aunque lejos está de sentenciar su ausencia de octavos de final (comparte zona con el Borussia Moenchegladbach y el Sevilla). No alcanzaron la dinámica y la posesión. Y esto no es una sorpresa: la Juventus de Allegri construyó su temporada pasada, con final del torneo incluida, en base a la solidez y la constancia. Ni con Tevez buscaba llevarse a los rivales por arriba. La paciencia era y es la señal de identidad del equipo de Allegri.
Sin el Kun, al City le faltó el último impulso, aceleración en la última línea, donde el aporte de David Silva fue más bien escaso. Fernandinho se atrevió de afuera, Toure fue el ventilador para cubrir a sus compañeros, pero Bony aportó poco en ataque. Casi que se lo comieron los zagueros de la Juventus. El gol de los Ciudadanos fue tras un corner: Kompany se apoyó en Chiellini, que la metió un gol en contra.
Ahí fue que la Juve mostró personalidad y presionó sobre el medio local. Las desconcentraciones defensivas del fondo del City fueron determinantes: marca en línea que no anticipó a Mandzukic y un rebote en Kolarov que habilitó a Morata (Otamendi, ingresado en el ST, no alcanzó a bloquear el remate del español).
Entonces, Pellegrino mandó al Kun a la cancha. Agüero, quien el día anterior había dicho que no iba a jugar por el golpe en la rodilla que había sufrido ante el Crystal Palace, también estuvo contenido. Ni siquiera aportó un remate al arco. También hubo minutos para Paulo Dybala, su debut en Champions con la Juve: ingresó por Mandzukic a los 33 ST, para apoyar y bien el circuito de juego y sostener la pelota con el equipo en ventaja.
Está claro el concepto: el Manchester City depende más de Agüero que la Juventus de cualquier jugador, aun con un punto alto como Pogba.