Los partidos cerrados, chivos, complicados suelen abrirse gracias a una pelota parada o a la gravitación de algún jugador desequilibrante capaz de ganar un encuentro por sí mismo. En el duro Borussia Monchengladbach-Manchester City ocurrió la segunda opción. Con el 1 a 1 y sin que ninguno pudiera sacar ventaja, apareció Sergio Agüero, en los minutos finales, para fabricar un penal, ejecutarlo a la perfección y darle un triunfo fundamental al equipo dirigido por el Profe Pellegrini para seguir con chances de pasar de ronda.
Le costó hacer pie al City en Alemania. Sabía, de antemano, que una derrota lo iba a dejar al borde de la eliminación, ya que en el debut en la Champions había caído ante la Juventus. Bien parado atrás, el equipo inglés tuvo dos chances en los pies de Agüero. Pero el Kun, que durante casi todo el partido demostró no estar fino para la definición, tenía reservado un papel protagónico en los minutos finales. Un error del árbitro francés Turpin, al sancionar un penal inexistente de Otamendi al brasileño Raffael, casi le complica la historia al Manchester. Pero ahí apareció la enorme figura de Hart, que atajó el penal y al rato le tapó un remate mano a mano a Stindl. El arquero fue el culpable de que el primer tiempo finalizara sin goles.
En el complemento, los rápidos de arriba del Borussia se encontraron justo cuando la defensa del City quedó mal parada y ahí Stindl no perdonó para poner el 1 a 0.
El conjunto visitante lo fue a buscar con mayor determinación y en un corner, luego de un rechazo de un defensor local cuando la pelota ya había pasado la línea de meta, Otamendi le pegó con alma y vida, el balón se desvió en un rival y terminó en el fondo del arco para poner las cosas 1 a 1.
Cuando parecía que el empate era inamovible, cuando ninguno podía desequilibrar, apareció él. Sí, el Kun, ¿cuándo no? El argentino fabricó el penal en el minuto 89 y él se encargó de patearlo para darle al City un triunfo tan agónico como clave.