La ausencia del 10 es tan notoria como determinante. Sin él al Bicho le falta dominio, juego, concresión y definición. Bah, le falta casi todo. Entonces se empareja todo y Gimnasia de Jujuy, un equipo de los que se supone accesible -al menos jugando en La Paternal-, le da un cachetazo para el campeonato.
La propuesta de Borghi es autóctona. Nace desde el fondo de su corazón. El Bichi es lírico, y así siente el fútbol, aunque por momentos pareciera no entender que, a veces, arriesgar tanto acrecienta las posibilidades de perder. Entonces Argentinos intenta salir por abajo. Y se equivoca una, dos, tres, cuatro veces. Y pierde una pelota insólita en ataque. Y surge un contragolpe. Y llega el gol de Gimnasia. Y todo se empieza a desvanecer...
Pero Argentinos no cambia de libreto. Busca el empate con la misma fórmula. Y entonces va para adelante. Y le llega con cierto peligro al arco de Gimnasia. Y hay un pelotazo que le cae al fondo del Bicho. Y quieren salir jugando. Y, sí, otra vez se equivocan: de ahí nace el segundo del Lobo, el de Acosta, el que liquida el partido.
Los jujeños dieron la sorpresa. O la sorpresa la dio Argentinos. Tome la opción que quiera, cualquiera de las dos son valederas.