Nahir Galarza y Fernando Pastorizzo eran a la vista de los más de cien mil habitantes de Gualeguaychú una parejita más de novios antes del fatal desenlace.
Un informe rescata cómo fueron los últimos minutos con vida del joven en la madrugada del 29 de diciembre y reconstruye la manera en que se produjo el crimen que conmovió al país.
Nahir Galarza esperó en su casa, a quien era su novio desde que tenía 14 años. Los padres de ella estaban durmiendo. Marcelo Galarza, oficial de la policía de Gualeguaychú, dejó como siempre, su pistola reglamentaria arriba de la heladera. Eran las 5 de la madrugada.
Nahir le pidió a Fernando que la llevara a la casa de su abuela que vive a no más de 30 metros del lugar del crimen.
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<h5>Lugar sin testigos</h5>
Por cómo quedó la moto tras el asesinato, se estima que pasó por la puerta de la vivienda y se detuvo unos metros más adelante.
"No pares en la puerta que hay gente durmiendo, déjame unos metros más adelante", habría sido la sugerencia de la joven acusada del crimen.
La calle es de tierra, no es fácil de transitar. El hecho se dio frente al portón de un galpón. A esas horas, en las afueras de Gualeguaychú no hay prácticamente nadie.
Es muy probable, que Nahir haya tomado el arma de la heladera de su casa y Fernando nunca se percató de que la tenía escondida. La joven que confesó haber asesinado a disparos a Pastorizzo, debió haber llevado la 9 milímetros cargada durante todo el viaje.
<h5>El momento de los disparos</h5>
Llegan al lugar y cuando él se detiene, ella le apoya el arma en la espalda y le dispara. Por las lesiones que tiene el cuerpo, él cae con la moto y ella sigue de pie, de frente a la víctima indefensa y herida.
En ese momento, Nahir rodea la moto para ponerse de frente al cuerpo de efectúa un segundo disparo a quemarropa, este último sería el que ingresó de cara a su agresora. Fernando estaba vivo.
El joven asesinado, tendría una lesión en una mano porque intentó protegerse del segundo disparo mortal. Un reflejo esperable de una persona, que sabe que le van a disparar. La última imagen que vio fue el rostro de su novia mientras lo mataba.
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<h5>El después del crimen</h5>
Tras ultimar a Pastorizzo, Nahir Galarza se fue caminando a su casa y así lo mostrarían los videos que fueron difundidos en los medios. Al llegar al domicilio donde vive junto a su familia, dejó la pistola arriba de la heladera, donde estaba, se bañó y sin más, se fue a dormir.
Cerca de las 8 de la mañana, Nahir recibió la primera llamada de la madre de Fernando, desesperada, porque le habían avisado que le mataron al hijo, ya que quizás, lo primero que pensó es que estaba en la casa de la novia.
Como no estaba la moto fue la hipótesis que se planteó la mujer en medio de la congoja y la desesperación. Nahir vivía antes de estar detenida a muchas cuadras de distancia de lo que era la casa de la víctima y cuando salía de noche con el vehículo generalmente iba a visitarla.
<h5>Declaró pero se quebró</h5>
Nahir Galarza se muestra ante su suegra conmovida por la muerte de su novio. Ahí comienza la segunda parte de su plan criminal.
En primera instancia, la joven declaró como testigo e impuso en la causa, posibles sospechosos del asesinato que ella luego, confesó haber cometido.
Así lo declaró en el expediente ante el fiscal Rondoni Caffa. Más tarde, el cargo de conciencia fue demasiado pesado y terminó por confesar haber matado, con el arma policial de su padre, al chico con el que tenía una relación hace varios años.
El informe elaborado por C5N, sugiere que el plan fue pensado milimétricamente por la joven y fue orquestado minuto a minuto.
Los motivos, aún no están claros y quedan muchas pruebas por producir y que establezcan efectivamente, lo que ocurrió esa madrugada. Sin embargo, todo parece indicar que cuando Fernando Pastorizzo llegó a la casa de Nahir Galarza, su destino estaba sentenciado.
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