A 15 días de la final del Mundial, ni Alejandro Sabella ni la AFA hicieron público qué será del futuro del entrenador del seleccionado. El hombre que llevó al equipo nacional al subcampeonato había aclarado hace unos días que aún no había tomado una decisión. Todo iba a resolverse en una reunión con Julio Grondona, que finalmente no pudo llevarse a cabo la semana pasada por una indisposición del máximo dirigente de la AFA.
El tiempo pasó. En su casa de Tolosa, Sabella pensó. Hubo comunicaciones con Julio Grondona, e incluso reuniones entre integrantes del departamento de selecciones y su representante, Eugenio López. Tal vez, para cerrar la forma de pago de una deuda que la AFA todavía mantiene con el DT. López es el mismo que horas antes del partido decisivo del Mundial 2014 había adelantado que el ciclo del entrenador al frente del seleccionado estaba concluido.
El apoyo unánime de los integrantes del plantel, los buenos resultados en el Mundial y el consenso mayoritario entre los hinchas hicieron que la AFA le ofreciera la continuidad en el cargo. Su renovación como DT del seleccionado le cerraba a Grondona por todos lados: mantenía en el puesto a un hombre de buena relación con Carlos Bilardo y, además, se evitaba toda la presión de tener que elegir a un sucesor. Don Julio quería firmarle un contrato por dos años y que, al menos, Sabella se sentara en el banco de suplentes durante la Copa América del año próximo, que se jugará en Chile.
Según se supo, Sabella volvió a hablar ayer con el máximo dirigente del fútbol argentino y todos los caminos parecen conducir hacia su salida del cargo. Incluso, Grondona podría comunicarlo hoy al Comité Ejecutivo de la AFA. Recién después, la resolución se haría pública. Claro que el veterano dirigente de Sarandí se guarda una última carta: un almuerzo que mantendría con el entrenador para intentar cambiar su decisión de dejar el puesto.
"La continuidad es muy difícil", adelantaron desde el entorno del DT en la tarde de ayer. Si su salida no se difundió antes fue por la intención de Sabella de que fuera Grondona el primero en enterarse de su decisión. Esa dilación, en definitiva, le jugó en contra a Sabella, ya que los hinchas comenzaron a impacientarse.
Desde que comenzó el Mundial, la sensación que sobrevolaba el búnker argentino en Belo Horizonte era que Sabella terminaba el torneo y dejaba su cargo. Si no lo hizo antes fue porque no le apareció esa oferta tentadora (a Liga Premier de Inglaterra, donde jugó para Sheffield United, siempre lo sedujo) para dirigir en Europa con un gran contrato. En su cabeza, la decisión de irse estaba tomada. Su representante, López, no hizo más que difundir sus pensamientos a horas de la final. "Tengo la certeza de que Alejandro no va a seguir en la Selección. Él toda su vida soñó con esto, lo buscó y trabajó en esto. Pero ya dio a la Argentina lo que tenía que dar", había anticipado el agente del DT.
Sabella, sin embargo, nunca hizo propias esas palabras. Si bien desde su entorno dejaron trascender que el DT estaba "sin energía" para continuar, el entrenador jamás comunicó qué camino seguiría. Se especuló con que sufría con la responsabilidad de ser el entrenador del seleccionado, y que no disfrutaba de los partidos. Todavía permanece en las retinas de muchos la imagen de Ezequiel Lavezzi tirándole agua al entrenador en la cara durante el partido frente a Nigeria de la fase de grupos. Sabella le daba indicaciones; el Pocho se reía y jugaba con el DT. El futbolista encontró en el humor una manera de descontracturar.
Así vive Sabella. Así, también, medita las determinaciones que toma. Pone todo en la balanza y es tan metódico como cuando tiene que preparar un partido. O declarar en una conferencia de prensa. Por eso, a nadie que conozca a Sabella desde hace tiempo puede extrañarle que el DT se haya tomado todo este tiempo para definir su futuro. A nadie que haya recorrido los pasillos del edificio de la AFA puede resultarle extraño, tampoco, que Julio Grondona haya usado ese tiempo a su favor. Para presionar a Sabella (su plan A) y, sobre todo, para buscar un plan B. Ese nombre apareció ayer, y fue el de José Pekerman.
El escenario parece estar dado para que Sabella deje su puesto como DT del subcampeón del mundo. Quedará la sensación de que su proyecto al frente del equipo podía continuar más allá de Brasil, pensando incluso en el Mundial de Rusia. Más que un equipo, había logrado conformar un grupo, que casi siempre es mucho más difícil. Tenía sintonía con los futbolistas, aunque no tanta con los dirigentes. Ese pudo haber sido uno de los detonantes para una salida que se presume inexorable.