Las drogas suelen ser un tema taboo en el mundo del fútbol, pero desde siempre estuvieron presentes en el deporte. Muchos atletas y protagonistas vieron sus carreras truncadas por el consumo de sustancias prohibidas, y tal fue el caso de Flavio Donizete, ex defensor de San Pablo que admitió haber caído en una dependencia absoluta que lo llevó a dejar la actividad durante seis años.
Campeón de la Copa Libertadores y del Mundial de Clubes con San Pablo en 2005, con apenas 21 años y poca presencia en cancha, se le auguraba un futuro promisorio, pero la cocaína lo llevó a la perdición. "No estaba convocado para jugar el Mundial de Clubes porque me iban a ceder, pero en el último entrenamiento se lesionó un compañero (Leandro Bonfim) y me inscribieron sobre la hora. Después fui a préstamo a varios clubes y en 2009 se me terminó el contrato con San Pablo. Tenía dinero, un coche, le había arreglado la casa a mi madre y en 2010, por primera vez, probé la coca", contó en Globoesporte.
"Vendí una camiseta mía del San Pablo y la medalla de campeón del mundo por 7.000 reales. Cuando recibí el dinero, lo usé casi todo en cocaína. El primer gasto fueron 1.000 reales, me lo terminé en dos días y sufrí un ataque al corazón. Estuve 13 años enganchado a la cocaína, es una enfermedad lenta, progresiva, incurable y fatal. Casi me mata. Por suerte, me pude recuperar con el amor de mi familia y hoy trabajo con alegría", admitió.
De breve paso por San Pablo, su carrera se fue diluyendo en préstamos a clubes menores hasta que se le venció el contrato con el club paulista en 2009. Fue entonces cuando una serie de lesiones lo marginaron del fútbol y cayó en el consumo de cocaína. Entonces debió dejar la actividad y no volvió a jugar hasta 2015.
Ese lapso de tiempo fue el peor de su vida, tal como contara años después. "Al principio la consumía con moderación, pero poco a poco empecé a perder todo. El dinero ahorrado lo gastaba en drogas. Mañana, tarde y noche consumía cocaína. No estaba sin drogas por nada del mundo. Mi hermano tenía una gran alcancía y guardaba solo billetes de 100 reales para cambiar el auto. Cuando todos se iban a dormir, sacaba un billete y por la mañana me despertaba para comprar droga. Volvía a casa a eso de las siete de la tarde porque el dinero se me terminaba".