Se le escapó por poco el título de la AmeriCup al seleccionado masculino de básquetbol, que jugó un primer tiempo impecable en la final ante Estados Unidos, pero no pudo mantener el ritmo y terminó colgándose la medalla de plata en el torneo que se disputó en el Orfeo Superdomo de Córdoba. Los norteamericanos -con un plantel integrado en su mayoría por jugadores de la Liga de Desarrollo de la NBA- se impusieron por 81 a 76 y celebraron el séptimo campeonato continental de su historia. Y los dirigidos por Sergio Hernández tuvieron que conformarse con la medalla de plata, pero más allá de la derrota se llevaron del torneo muchas señales positivas de cara al futuro.
"Las primeras sensaciones son siempre de infelicidad, porque queríamos ganar. Pero con el paso del tiempo nos vamos a dar cuenta que hicimos un torneo muy bueno y que tuvimos muchas chances de ganar en la final. Así que me voy triste, pero orgulloso del equipo", analizó el entrenador argentino.
Argentina arrancó muy concentrado. Firme en defensa y con un sólido juego colectivo, manejó a su antojo la pelota y fue inteligente para no apurarse y buscar siempre la mejor opción para terminar las jugadas. Estados Unidos complicó por momentos con sus penetraciones, pero no estuvo efectivo en sus tiros. Brussino fue la carta más importante en el ataque argentino (terminó con 26 puntos, además de seis rebotes y seis asistencias), aunque también aportaron lo suyo Deck y Saiz. Los tres le aguantaron bien el ritmo a Campazzo (15 puntos) y se entendieron a la perfección con Nicolás Laprovíttola, que relevó muy bien al cordobés.
Los dirigidos por Sergio Hernández se fueron al descanso con la tranquilidad que les daban esos 15 puntos (42-37) de ventaja en el marcador y llegaron a ganar por 20 puntos (50-30) en el arranque del tercer cuarto.
Un dato dejó en evidencia la importancia del juego defensivo de Argentina en la primera mitad. Recién cuando promediaba el tercer cuarto, los norteamericanos lograron bajar su primer rebote ofensivo del partido. Todo parecía listo para el festejo celeste y blanca. Entonces, la historia cambió.
Estados Unidos levantó el nivel, afinó la puntería y fue achicando de a poco la distancia. Seguro, efectivo y con buenas rotaciones de la pelota, el conjunto norteamericano empezó a molestar cada vez más a una defensa local que ya no era la misma del primer tiempo. En el peor momento de Argentina aparecieron Warney (21 puntos), Reggie Hearn, Reginald Williams y Xavier Munford y se repartieron el goleo de un Estados Unidos que logró igualar el marcador 58 a 58 a los dos minutos del último cuarto.
Con los argentinos muy estáticos y cometiendo errores en el manejo de la pelota, los estadounidenses se adueñaron del balón y llegaron a sacar seis de ventaja (74-68) a falta de dos minutos para el final.
Los dirigidos por Hernández se pusieron otra vez en juego, empujados por la explosividad de Campazzo, pero al final, la entrega no alcanzó. Igual, se llevaron una ovación del público que llenó el estadio.
No hubo festejo, pero sí una sensación de trabajo bien hecho para los argentinos. Porque el equipo supo mostrar una identidad colectiva y jugar en un nivel muy alto durante muchos momentos. Porque Campazzo -uno de los integrantes del equipo ideal del certamen- demostró que tiene talento y personalidad para liderar dentro de la cancha. Y porque varios jugadores que llegaron como promesas (Brussino -que también fue elegido entre los cinco mejores del certamen-, Saiz, Deck y Garino, por ejemplo) terminaron de consolidarse. Muchas señales positivas para un equipo nuevo que ilusiona de cara al futuro.
