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A 29 años, las perlitas del sospechado partido entre Boca y Oriente Petrolero

El 5 de abril de 1991, el Xeneize y el elenco boliviano protagonizaban un empate sin goles que dejaba a River fuera de la Libertadores, en un duelo que hasta hoy sigue cubierto de sospecha por arreglo para perjudicar al Millonario.

5 de Abril de 2020
"Hoy hay que empatar", cantaba la hinchada de Boca desde la tribuna.
"Hoy hay que empatar", cantaba la hinchada de Boca desde la tribuna.

Es la una de la mañana. Ya es sábado 6 de abril de 1991. En el restaurante El Ñoqui de Oro, Capital Federal, la cocina todavía está abierta. Los mozos van y vienen con bandejas. No es una noche más: hay varias mesas ocupadas. Son jugadores. De Boca, nada menos. Algunos están con su familia. Y están, entre otros, Diego Latorre, un pibe de 21 años criado en La Paternal, madre contadora y padre comerciante de embutidos, fines de semana en el campeonato intercountries de Mapuche, la carrera de Ciencias Económicas en la Universidad de Belgrano, fanático del tenis, ya estrella de Boca: viene de hacerle un golazo de tijera a River, en un 4-3 inolvidable. Latorre todavía no lo sabe, pero dentro de unos meses se irá a Chile a jugar la Copa América y en diciembre será tapa de la revista Gente por su romance con Zulemita Menem, la hija del presidente.

 

También está Walter Reinaldo Pico, Haedo, 22 años, Inferiores en Boca, rulos, entrega, un debut inolvidable: ante Independiente, le baja la presión al festejar el 2-0 de Comitas. Se desmaya. Tiene que salir. Pico no lo sabe ahora, pero dentro de unos años, varios años, ya cuarentón, panzón, pelado, irá a la cancha de Boca y uno de sus hijos le dirá: "Papá, ¿vos jugaste acá? No te reconoce nadie". "Porque papá no tiene los rulos, ja", le responderá él. Pero esta noche, en este restaurante, todos lo reconocen. Como todos reconocen a ese otro que está sentado a una de las mesas y atrae la atención de los mozos y de los curiosos: Blas Armando Giunta. Blasito, 27 años, Ramos Mejía, sus inicios en el fútbol infantil de Bomberos de La Matanza, changas como plomero, 99 años de suspensión en el básquet por pegarle, con 13 años, a un árbitro; afición por los BMW, un arma en la guantera del auto "por las dudas". Giunta ahora tampoco lo sabe, pero dentro de poco más de un mes terminará detenido en Chile, junto al Maestro Tabárez, por repartir varios bifes en aquella guerra contra Colo-Colo, por semi de la Copa.

 

Sin embargo ahora falta para todo eso: ahora, los bifes se sirven a la mesa. Y también hay ñoquis, la especialidad de la casa. Un jugador pide un brindis: "Para River que lo mira por TV". Y otro, entre risas, tira: "¡Salud, Passarella! ¡Salud!".

 

-¿Ese partido estaba arreglado ya de antes o lo hablaron en la cancha? (le pregunta El Gráfico al Chino Tapia, marzo 2011).

? -En la cancha y fue algo así: "Uy, mirá, vamos empatando y queda afuera River".

 

-Muchos jugadores suelen decir: "No existe ir para atrás". Pero esa vez ustedes fueron para atrás, no atacaron.

? -Una cosa es no atacar y otra es ir para atrás. Era River el equipo que quedaba afuera y River también había hecho cosas por Boca.

 

"Hoy hay que empatar", cantaba la gente de Boca, aquel 5 de abril de 1991, Viernes Santo. "Hay que saltar, hay que saltar, el que no salta quiere ganar".

 

En ese entonces a la Copa iban dos representantes por país. Y eran cinco zonas de cuatro equipos. La curiosidad es que los grupos los formaban los equipos de un mismo país. Es decir, en el Grupo 1 estaban Boca y River (participantes de la Argentina) más los dos de Bolivia (Bolívar y Oriente Petrolero). Y, por ejemplo, los dos brasileños (Flamengo y Corinthians) estaban en el Grupo 3 con los dos uruguayos (Nacional y Bella Vista). Para los octavos se clasificaban los tres mejores de cada zona, quedando 15 equipos, a los que se les sumaba el campeón de la última edición, en este caso Olimpia (ahí ya quedaban los 16). El detalle es que, restando apenas un partido (ese famoso Boca-Oriente Petrolero), Bolívar lideraba el Grupo 1 con siete, mientras que Boca, Oriente Petrolero y River (que ya había jugado todos sus partidos) tenían cinco.

 

Esa noche el equipo del Maestro Tabárez necesitaba ganar por al menos cuatro goles para quedar primero (daban dos puntos por partido ganado); con un empate Boca y Oriente Petrolero se aseguraban el pase (quedaban segundo y tercero, respectivamente). Si Boca ganaba, al menos por un gol, seguía segundo, pero, eso sí, ese triunfo metía a River en octavos (por tener mejor diferencia de gol que Oriente Petrolero). Una gran perlita es que si Boca perdía, quedaba con los mismos puntos que River y, aunque el Xeneize tenía mejor diferencia de gol, eso no corría para los equipos de un mismo país. De modo que debían jugar el miércoles siguiente, en cancha de Vélez, un desempate. Eso sí, si ese partido finalizaba igualado en los 90' pasaba Boca por su mejor diferencia de gol. Raro...

 

Por eso, porque si Boca perdía se complicaba, fue que el Maestro Tabárez puso a casi todos los titulares. Apenas guardó a Diego Latorre y a Juan Simón (venía de una lesión). Ambos, al banco. Hay que recordar que Boca estaba peleando bien arriba el torneo local (no lo ganaba desde hacía diez años) y que dos días más tarde de ese partido ante O. Petrolero jugado el viernes, el domingo, menos de 48 horas después, visitaba a Central, en Rosario (empataría 1-1, gol de Bati).

 

En el primer tiempo, sin esforzarse, Boca tuvo un par de chances: un mano a mano de Bati, un remate de Marchesini que pasó cerca, una corrida de Graciani que obligó a la salida del arquero Rojas. Después, el bochorno. Nadie tuvo reparos en demostrar que no quería jugar ni ganar, que el 0-0 estaba decretado: los bolivianos hacían pases para atrás y la gente los aplaudía. No había roces, infracciones, remates. "La hora referí", cantaba la gente. Y "chaaau, River", se gozaba.

 

"Salimos a ganar pero no pudimos", decía Navarro Montoya. ¿Tenía razón? "Sí, salimos a ganar", confirma hoy el Turco Antonio Apud, a los 52 años, que trabaja en las Inferiores de Atlético Tucumán. "El tema fue que llegamos al vestuario en el entretiempo y sentíamos en la cabeza ese mensaje de la gente. Así que en el segundo tiempo fueron pasando los minutos y las acciones disminuyeron. No estaba a nuestro alcance poder revertir lo que pedía el hincha, que es el mayor exponente de este hermoso circo que es el fútbol".

 

Ivar Stafuza, que una vez retirado se dedicó a organizar bingos, contaría algo similar a lo de Tapia, que hubo algunos diálogos en la cancha que marcaron el rumbo: "En un momento uno de ellos le pega desde mitad de cancha, el Mono estaba adelantado y la pelota pasó cerca. Un compañero, no me acuerdo quién, le dijo: 'Qué hacés, loco, no patees que está todo arreglado'".

 

Alfredo Graciani, delantero titular que esa noche salió reemplazado por Diego Latorre, dice hoy que no recuerda charlas dentro de la cancha: "Hace años que vengo diciendo lo mismo. En ningún momento se nos cruzó en la cancha que el empate dejaba afuera a River. Las cosas se van exagerando un poco. Lo del toqueteo intrascendente pasó al final. En ese momento la regla de los 6 segundos del arquero no existía, el arquero podía tenerla todo lo que quisiera. Pero eso sucedió en los últimos diez minutos. Antes buscamos ganarlo. Obviamente la gente tiene derecho a cantar lo que quiera, a mí lo único que me importaba era el resultado. En ese entonces estaba el Abuelo y nunca vino a pedirnos nada, ni que fuéramos para atrás, para adelante, nada. Había respeto".

 

"Una vergüënza", puso El Gráfico. "Una parodia de fútbol", decía La Nación. "Un segundo tiempo oprobioso", describía el diario Clarín. Fue tan grande el papelón que Víctor Hugo Morales dejó de relatar el partido.

 

"Yo desde el arco no pude escuchar mucho, pero sé que después de una contra nuestra mis compañeros me avisaron que los de Boca les habían dicho que si nosotros no hacíamos goles, tampoco los íbamos a recibir", reconocería el arquero del equipo boliviano, Darío Rojas.

 

Cuentan que cuando Latorre entró, agarró la pelota y gambeteó a un par de bolivianos. ¿Fue de honrado? ¿De crack? ¿De inconsciente? Vaya a saber. Lo cierto es que la gente empezó a cantar más fuerte: "Hay que empatar, hay que empatar", como para dejárselo claro. Y un referente le indicó enseguida a Dieguito cómo eran las cosas: "Vení, nene, vení....".

 

"Yo en la cancha no escuché que los jugadores se hablaran o acordaran algo -contó el árbitro uruguayo Ernesto Filipi-. Eso sí, se notó que los dos estaban conformes con el resultado...". Un detalle: el árbitro, en su informe, resaltó la "falta de esfuerzo" de los equipos...

 

Julio Gaona, volante de aquel equipo que esa noche entró por el Turco Apud, remarca que en Boca nunca se sale a empatar. "Tenés que ganar hasta en los entrenamientos. Así que cuando entrás, pensás en rendir, en jugar, porque si no rendís, después te dejan afuera. Y jugar en Boca es pesado, ya sabemos", dice Gaona, que se inició en Plantese en los 80, pasó por Boca y luego se retiró en Deportivo Español. "Yo no lo niego: tuvimos un lindo sentimiento cuando pasamos y River se quedó afuera. Pero nosotros primero queríamos clasificarnos y, después, si River no clasificaba que se joda, ja. Es así. Todavía nos vemos con ese grupo de jugadores, es maravilloso. Una vez por mes nos juntamos, somos entre 15 y 16. Nos damos fuertes abrazos, disfrutamos y festejamos".

 

Cuando el partido terminó, los bolivianos fueron ovacionados. Y hasta saludaron a la gente. Cuentan que el Maestro entró recaliente al vestuario, que cagó a pedos a los jugadores, que les dijo que de esto se iba a hablar un montón y en todos lados. Silencio. Un silencio de algunos minutos, caras serias, hasta que un joven delantero, la toalla en la cintura, salió de la ducha y ahí en el vestuario hizo el aleteo de la gallinita (sí, el que haría Tevez años después). Y nadie pudo contener la risa.

 

"Me acuerdo que ni miré aquel partido, el hecho ya estaba consumado no hacía faltar mirar para saber lo que iba a pasar: nosotros eliminados, ja", dice hoy, a los 56 años, Fabián Basualdo, ex lateral de aquel River de Passarella. "Yo no juzgo a Boca, hoy pasaría lo mismo si se da esa situación".

 

El caso es que River terminó cuarto de cuatro, perdió las dos veces contra Boca (2-0 en Núñez y 4-3 en La Boca tras ir 3-1 arriba) y recibió 12 goles en esa Copa. "El problema de la eliminación de River es de River", decía en ese entonces el relator de la campaña xeneize, Pancho Caldiero, "tu Boquita, mi Boquita, tu Boquita".

 

Mientras hubo otro que tampoco hizo foco en Boca: "River tendría que haber hecho otra cosa: ganar partidos". ¿Quién lo dijo? El Beto Alonso. Un Beto Alonso, peleado con Passarella, es cierto, pero que así describía también, y tan bien, una buena parte de esa historia.

 

<b>Fuente:</b> www.ole.com.ar

Temas:

Boca Oriente Petrolero River
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