Su trayectoria en el seleccionado, entre 1983 y 1989, consta de 36 partidos y un gol, por cierto emblemático e inolvidable. "El destino y Dios quisieron que fuera en la final. Ese gol me cambió el documento. Desde entonces pasé a ser: José Luis Brown, el que hizo el gol en la final del mundo".
Lo decía un zaguero que estaba en la madurez de la carrera, camino a los 30 años, que había festejado un bicampeonato con el Estudiantes que primero dirigió Carlos Bilardo (Metropolitano 1982, cuando por la penúltima fecha hizo de cabeza un gol decisivo en un 1-0 a Vélez) y después Eduardo Manera (Nacional 1983). Pero que al Mundial había llegado en medio de incertidumbres que superó con fuerza de voluntad.
Tres meses antes de la cita en México se quedó sin club, Deportivo Español lo dejaba libre a causa de las limitaciones físicas de una rodilla que se le inflamaba, producto de una lesión sufrida en 1984 en un amistoso frente a Uruguay. Bilardo lo estimuló: "No importa, seguí entrenando con nosotros en la selección".
El Tata ya era un agradecido con integrar el plantel: "Estaba con problemas en una rodilla y adelante tenía a un monstruo como Passarella. Cuando supe que estaba entre los 22 que viajaban, con mi familia hicimos una fiesta".