Tras cerrar su año con la derrota en los cuartos de final del Masters 1.000 de París ante John Isner -que le puso fin a sus chances de clasificarse al Masters-, Del Potro no perdió el tiempo. Se tomó sólo un mes de vacaciones para descansar y recargar energías y volvió a entrenarse a principios de diciembre. En Tandil, bien cerca de su gente, y en Buenos Aires comenzó a hacerlo junto a Sebastián Prieto, a quien ratificó como su entrenador, su preparador físico Leonardo Jorge y los kinesiólogos Diego Rodríguez y Germán Hünicke.
Entrenamientos en el gimnasio y al aire libre, mucho tenis junto a algunos juveniles y a Federico Delbonis y hasta una exhibición con el australiano Nick Kyrgios en el Luna Park. Todo le sirvió para ir tomando ritmo y llegar de la mejor manera a su primer compromiso de 2018: Auckland, del 8 al 13 de enero.
El torneo neocelandés, en el que jugó por última vez en 2009 cuando salió campeón, será su única parada previa a Australia (del 15 al 28 de enero), el Grand Slam al que volverá tras cuatro años. En esos torneos Del Potro tendrá una gran posibilidad de sumar mucho pensando en el ranking. Es que como en 2017 puso primera recién a fines de febrero en Delray Beach, no defenderá puntos sobre el cemento oceánico.
Después de su paso por Melbourne las escalas del tandilense serán Delray Beach, del 19 al 25 de febrero; Acapulco, del 26 al 3 de marzo; Indian Wells, del 8 al 18; y Miami, del 21 al 1° de abril. Para Del Potro los Masters 1.000 (Indian Wells y Miami son los primeros del año) son una cuenta pendiente ya que todavía no consiguió sumar un título en esa categoría de torneos.
Tuvo también la oportunidad de sumar a su calendario el nuevo torneo de Nueva York, que reemplazará a Memphis y se jugará del 12 al 18 de febrero sobre una superficie negra (similar a la de la Copa Laver) bajo techo. Sin embargo, prefirió no recargar su agenda.
Después de Miami, aunque aún sin eventos confirmados oficialmente, disputará la gira de polvo de ladrillo europea previa a Roland Garros con presentaciones en Madrid y Roma, la de césped que tendrá su epílogo en Wimbledon y la de cemento que sirve de preparación para Flushing Meadows.
En ese tramo de la temporada también tendrá muchas chances de aumentar su cosecha de puntos y, en consecuencia, escalar lugares en el ranking.
Es que en 2017, antes de ser semifinalista en Flushing Meadows, el ex cuarto del ranking no había tenido muy buenas actuaciones. En los torneos más importantes sus mejores resultados fueron los cuartos de final de Roma y los octavos de final de Cincinnati, en tanto en Roland Garros perdió en la tercera ronda y fue eliminado en segunda en Wimbledon.
El desafío será otro desde fines de agosto, cuando desembarcará en Nueva York, hasta el cierre de 2018. Porque deberá igualar o mejorar lo hecho este año -además hizo semis en Shanghai, segunda en Beijing, título en Estocolmo, final en Basilea y cuartos en París- para mantenerse.
Más allá de los resultados, para que en el próximo año salga todo a pedir suyo tendrá que jugar un tenis competitivo y mantenerse sano y motivado durante toda la temporada, algo que le costó en 2017; ello representará un reto especial.
Pero a Del Potro le gustan los grandes desafíos y parece listo para encarar con muchas ganas y la energía renovada un 2018 cargado de oportunidades. El tiene claro el objetivo: volver a afianzarse en la elite del tenis mundial y colar otra vez su nombre entre los mejores.