Fue un reparto en la pobreza. Poco hicieron Belgrano y Tigre por alzarse con los tres puntos. Insinuó un poco más el equipo local en la primera etapa, pero no supo resolver. Tigre apostó al cero en su arco y se vuelve a Buenos Aires con el objetivo cumplido.
Tener la pelota no significa crear opciones de gol. Belgrano la tuvo, pero le costó una enormidad generar peligro en el arco de Tigre. Y eso que hubo errores del arquero Federico Crivelli en la salida, como el centro de Mariano Barbieri que sacó Carlos Rodríguez (después tuvo un fuerte choque con Epifanio García y lo trasladaron a un sanatorio local para hacerle placas porque quedó muy golpeado en un ojo) al córner porque la pelota ya lo había pasado.
El sistema defensivo de Tigre fue muy cauteloso. Como le habían marcado siete goles en tres partidos, Caruso Lombardi ubicó dos líneas de cuatro en Alberdi para cortarle todos los circuitos al rival.
Sebastián Méndez no pudo contar con Lema, Martínez y el Marciano Ortiz. Tuvo que cambiar el esquema, apostó al manejo del chico Juan Brunetta (exjugador de Arsenal) y le resultó, porque fue uno de los mejores partidos de Belgrano con la pelota. Pero no generó situaciones claras.
Tigre se preparó para sacar un empate y no tuvo audacia, por eso no se llevó los tres puntos. Tuvo una chance clara en el primer tiempo, tras una mala salida de Benítez pero resolvió mal Ivo Hongn. Y en el final, desperdició una contra increíble: tres contra uno y la pelota terminó en las manos de Lucas Acosta.
Belgrano, con los cambios, ya no fue el mismo. Fue desapareciendo de a poco Brunetta y no alcanzó con el buen ritmo de Federico Lértora. El peruano Hansell Riojas tuvo una actuación floja. Así, el partido cayó un pozo profundo, todo se volvió pobre y mediocre.