La Selección tuvo paciencia para quebrar a su clásico rival y compromiso defensivo para construir de atrás hacia adelante. Una vez más, el goleo repartido marcó tendencia (cinco jugadores cerraron con diez o más puntos). El martes, los 12 definitivos se instalarán en Bahía Blanca palpitando, ahora sí, el comienzo de la AmeriCup.
El equipo de Hernández comenzó algo dubitativo, con un Campazzo impreciso (1-7) y algunas limitaciones defensivas. No obstante, encontró en Brussino la solución de todos los problemas. El escolta de Atlanta Hawks aportó diez puntos y se adueñó del protagonismo con su tremenda facilidad para anotar. Eso le permitió al local tener el control del marcador, aún sin sobrarle nada. Brasil, en tanto, se mantuvo mucho más paciente y enfocado que ante Colombia y también descubrió en Caboblo la alternativa ofensiva que tanto le había hecho falta en este torneo de Salta (15 puntos en el PT). La paridad era total. Y si bien Argentina se fue al entretiempo con una ventaja considerable (41 a 36), mucho tuvieron que ver un par de faltas técnicas que cobró Chiti y que condicionaron a los brasileños. No era algo real.
Tras el descanso, y al igual que el domingo, Argentina ajustó en defensa, encontró mayor fluidez con la doble base (Campazzo ? Luca Vildoza) y sacó máxima de 11 a falta de tres minutos (56 a 45). Eso le permitió administrar el ritmo y la energía del trámite. El resto, lo resolvió con intensidad defensiva, la madre de todos los argumentos. Ya en el último cuarto, Hernández extendió la rotación y un desprolijo pasaje en ataque devolvió a la visita al juego (68 a 63 a falta de cinco minutos). Pero Brussino asumió liderazgo, Campazzo volvió a enfocarse atrás y Brasil bajó la guardia. La historia ya estaba juzgada.
Así concluyó la etapa de amistosos para el seleccionado (cuatro triunfos y una caída), que este martes por la mañana ya viajará rumbo a Bahía Blanca (previa escala en Buenos Aires) para instalarse de cara al debut con Venezuela (27/8 a las 22).