Un adiós con sensaciones ambiguas del certamen turco que se disputa sobre polvo de ladrillo y reparte 439.405 euros en premios.
El Peque tuvo un primer set de ensueño, probablemente el más memorable en sus menos de cinco años como profesional. Dominó a uno de los mejores tenistas de la historia, ganó el 92% (12/13) de los puntos con sus primer saque y quebró en dos de las tres oportunidades de las que dispuso. El 6-2 final quedará para enmarcar y mantener como horizonte para el joven de 22 años.
En el segundo parcial, las cosas se acomodaron un poco más lógicamente, Federer le encontró la vuelta a la devolución y se lo llevó cómodamente por 6-2, aunque su dominio en el set decisivo ya no sería tan claro. El suizo no la tuvo fácil, ya que Schwartzman peleó punto a punto hasta el final, en lo que parecía iba a ser una definición en tie break.
Sin embargo, es en esos momentos delicados de los partidos donde jugadores del calibre de Federer hacen valer su jerarquía. Cuando el Peque sacaba para poner las cosas 6-6, el número 2 del mundo jugó su mejor punto de devolución del set, aprovechó los nervios de su rival y concretó el único quiebre del encuentro para sentenciar la historia tras una hora y 55 minutos de juego.
El 2-6, 6-2 y 7-5 quedará en el recuerdo como un mero resultado, pero el partido le servirá a Schwartzman para mantener su crecimiento sostenido. La derrota lo deja sin su primera final en el circuito, pero también con la certeza de poder empezar a pelear torneos importantes.