REDACCIÓN ELONCE
En 2025, los estudiantes universitarios en Paraná enfrentan un aumento en sus costos de vida debido a la inflación y el ajuste de precios en áreas clave como alquileres, transporte, alimentación y servicios básicos. Para estudiar en Paraná se necesitan unos 600 mil pesos promedio si se asiste a una universidad pública.
Los alquileres rondan entre $150.000 y $500.000 mensuales, generalmente compartidos para reducir costos. A estos, se suman los gastos de servicios básicos como electricidad, agua, gas e internet, que varían entre $20.000 y $100.000.
El transporte público es otro gasto significativo. El gasto mensual para moverse en Paraná es de $8.000 a $10.000, reduciendo su uso lo máximo posible. Y quienes viajan a sus ciudades de origen gastan hasta $50.000 adicionales al mes, aunque accedan a descuentos.
En alimentación, los estudiantes gastan entre $100.000 y $180.000 en supermercado. Muchos también usan el comedor universitario de UNER, con un costo de $2.500 por plato, y limitan las salidas a bares o restaurantes a $20.000 al mes.
El uso de dispositivos electrónicos redujo los gastos en materiales de estudio, pero algunos destinan hasta $25.000 mensuales a actividades recreativas, como gimnasios. Otros optan por participar en eventos gratuitos organizados por las universidades y el Estado.
Algunos estudiantes reciben becas o subsidios de entre $30.000 y $50.000 al mes, y el apoyo familiar cubre entre el 40% y 50% de sus gastos. Muchos también trabajan para afrontar los costos de su educación.
En resumen, el costo de vida de los estudiantes universitarios en Paraná en 2025 es alto, y aunque algunos reciben ayuda, muchos dependen de estrategias como compartir viviendas, aprovechar descuentos y trabajar para cubrir gastos.
El tema fue debatido en El Ventilador, que se emite martes y jueves a las 21.30 por Elonce.
Cristal Gamarra, estudiante de Comunicación Social, oriunda de Urdinarrain, explicó que “es complicado, en principio, desprenderse del núcleo familiar. También lo económico, porque sostener un alquiler por parte de nuestros padres, el alimento, la vestimenta y el material de estudio. Más allá de que uno avanzando en la carrera puede decidir si trabajar o no, muchas veces queda sometido a eso. Hoy en día la mayoría de los estudiantes estudiamos y trabajamos”.
Sobre cómo solventan las actividades recreativas que realizan en la ciudad, comentó: “salimos a principio de mes, después estamos contando las monedas para llegar a fin de mes. Igualmente, en el círculo en el que nos movemos hay mucha juntada entre amigos en una casa. Nos gusta salir, pero siempre estamos condicionados por los precios de las entradas y demás. Si hay alguna fecha especial, como un cumpleaños, vamos a algún bar, pero después preferimos juntadas más tradicionales en nuestras casas”.
Por otra parte, consultada acerca de si se hace política en la universidad, expresó: “cuando uno ingresa a la universidad tiene que asumir una postura. Soy militante política, soy peronista, y desde esa posición siempre está el ayudar al otro, estar con los estudiantes, escucharlos. Las experiencias con mis compañeros son parecidas. Es construir comunidad hacia adentro de la comunidad”.
“Después de la pandemia nosotros vivimos un vaciamiento. Los gurises iban a cursar y se volvían a su casa, no charlaban entre sí, no habitaban la universidad y para nosotros fue un desafío. Hay muchos estudiantes que dejan la carrera, hay que acompañar la trayectoria. Desde el centro de estudiantes impulsamos muchas actividades de bienestar estudiantil, como yoga, folclore y demás. Se generan equipos, amigos, grupos de trabajo”, agregó.
Dijo que por la situación económica “muchos estudiantes eligen una carrera que no les gusta, pero tiene pronta salida laboral y después optan por hacer un camino distinto. Otros llegan a la universidad y después se tienen que ir porque no pueden sostenerse económicamente”.
Sobre el precio de los apuntes y fotocopias, explicó que “en la facultad tenemos una fotocopiadora autogestionada, donde el precio de la fotocopia es de $60. Los docentes suben los textos que se van a dar durante el cursado a la plataforma virtual. Muchos estudiantes envían a la fotocopiadora y retiran, pero otros solo imprimen o fotocopian algunas cosas. En nuestra facultad hay computadoras para que los estudiantes usen y estudien”.
"Vemos muchos estudiantes cansados, desgastados, que quizás vienen con las últimas energías a cursar porque vienen del trabajo, pero hay que transmitir esperanza, involucrarse, cambiar la realidad, hacer algo efectivo por el otro", agregó.
Eliana Kavafian, estudiante de la Licenciatura en Ciencia Política, oriunda de Feliciano, contó que “en mi ciudad no hay tanta oferta educativa, salvo profesorados y demás, pero ya desde que iba a la secundaria se charlaba esto de poder venir a Paraná y transitar una carrera universitaria. Lo que más cuesta, además de lo económico, es el desapego, el irse y estar lejos de la familia”.
Contó que a su ciudad vuelve “cada tres meses o para alguna fecha importante, como por ejemplo el Día de la Madre. Me sale $28.000 el pasaje, es decir, que en total, ida y vuelta, gasto $56.000. No hay políticas para los estudiantes con los colectivos interurbanos, como descuentos y demás. Sí hay en Paraná, pero no para el interior”.
Indicó que actualmente existen casas y residencias estudiantiles, algunas con un costo mínimo y otras gratuitas. En ese sentido, recordó que “hace poco se inauguraron residencias universitarias de la UNER, que también tienen un costo mínimo. Te postulás para obtener una plaza. Actualmente el costo son dos becas de formación, que hoy en día están en $45.000. También hay que pagar servicios y demás. En esas residencias entran todas las facultades”.
Explicó que en su caso vive sola, porque su departamento es pequeño, pero tiene compañeros que comparten espacios. “Pagan $450.000 por mes y se lo dividen entre tres o cuatro”, agregó.
Sobre la vida universitaria, dijo que “hoy sentarse en una universidad pública y gratuita sigue siendo un privilegio, mucho más para los que vienen de afuera. Las universidades sufrieron un desfinanciamiento por parte del gobierno nacional, el presupuesto está muy por debajo de lo que se necesita. Tampoco se pueden financiar desde las universidades nacionales las becas para estudiantes, de formación y extensión, proyectos de formación y demás”.
"A pesar de la coyuntura actual, el contexto económico y demás, cuando uno llega a la universidad el mayor sueño es terminar y llevar ese título a quiénes confiaron, que son nuestros padres, nuestras familias, quienes nos acompañaron. La universidad te da otro trayecto en la vida, más allá de lo académico", finalizó. Elonce.com
