San Carlos de Bariloche.- Hasta mediados de marzo de este año se registraron en la Argentina 163.419 casos de dengue, con una incidencia acumulada hasta el momento en todo el país de 384 casos cada 100.000 habitantes.
La región centro (provincia de Buenos Aires, ciudad de Buenos Aires, Córdoba, Entre Ríos y Santa Fe) es la que registra la mayor cantidad de casos confirmados (97.516), seguida por las regiones del noreste (Chaco, Corrientes, Formosa y Misiones), con 36.817, y del noroeste (Catamarca, Jujuy, La Rioja, Salta, Santiago del Estero y Tucumán), con 27.295.
En la región sur, los casos totales son menos de 500 en lo que va de 2024 y hay una provincia en la que solo se confirmaron 20 casos de dengue hasta mediados de marzo. Río Negro es, de hecho, la provincia con menor cantidad de casos en todo el país. ¿A qué se debe la bajísima incidencia?
“Todos los casos confirmados hasta ahora en Río Negro son importados, es decir, de personas que se contagiaron en otros lugares y cursaron la enfermedad en la provincia. El último boletín epidemiológico, que es de hace dos semanas, indica 20 casos confirmados. Hoy tenemos alrededor de 40″, cuenta a LA NACIÓN Marcos Arezo, jefe del departamento de Zoonosis y Vectores del Ministerio de Salud rionegrino.
Agrega que este año el mosquito Aedes aegypti “llegó con fuerza y en abundancia a Río Colorado”, en el límite con La Pampa, provincia que sí posee casos autóctonos de dengue. “También hemos tenido hallazgo de mosquitos en un barrio de Cipolletti, localidad pegada a Neuquén capital [ciudad que tiene presencia del mosquito en una región acotada de los barrios del centro], y en San Antonio Oeste, cerca de Las Grutas, donde se detectó en 2023 pero no se ha repetido”, suma Arezo.
Factores múltiples
Si bien se ha encontrado el mosquito vector en esas ciudades rionegrinas, no han habido todavía casos autóctonos en Río Negro. “El mosquito vuela 100 o 150 metros, por lo que va extendiéndose de a poco. Por ejemplo, la localidad de Bahía Blanca, en la provincia de Buenos Aires, tiene vectores desde hace 10 años, pero recién aparecieron allí los casos autóctonos el año pasado. Viedma está a 300 km de Bahía Blanca, y allí no hay casos de dengue. No es tan fácil que haya casos autóctonos”, advierte Arezo, que es magíster en epidemiología espacial.
La bióloga Raquel Gleiser, investigadora del Conicet y profesora en la Universidad Nacional de Córdoba, considera que la poca cantidad de casos que registra Río Negro está vinculada con la poca presencia de mosquitos, que son los vectores de la enfermedad.
“No hay cantidad suficiente de mosquitos para que haya transmisión. En general, al sur de La Pampa, las condiciones climáticas no son adecuadas para que se establezca el mosquito vector, que es Aedes aegypti. Puede ocurrir, en verano, por ejemplo, que los mosquitos se suban a los autos: llegan a la Patagonia y ponen huevos en algún criadero. Pero no se llegan a establecer, entonces no llegan a tener poblaciones tan grandes para causar un brote local. No es imposible, pero es poco probable”, indica Gleiser.
Atención
En la Patagonia, no hay casos autóctonos de dengue. Eso significa que las personas se contagiaron en otra zona geográfica. Los resultados positivos se dan en personas con antecedentes de viaje. De todos modos, sigue llamando la atención que los casos en Río Negro sean menores que en provincias igualmente turísticas como Chubut (52), Santa Cruz (117) y Tierra del Fuego (110).
Gleiser estima que la diferencia quizás se deba a la cantidad de personas que se expusieron al virus y viajaron contagiadas: “Es probable también, por ejemplo, que en otras provincias patagónicas haya habido más turistas que en Río Negro. Lo cierto es que en este momento hay transmisión de dengue en casi todo el país. Son pocas las provincias sin el mosquito”, agrega la especialista en ecología de mosquitos.
Algunos epidemiólogos consultados por este diario advierten que también puede haber un subregistro momentáneo de enfermedades, dado que los trabajadores de la salud pública están de paro desde hace tres semanas y por tiempo indefinido en reclamo por una recomposición salarial. De todos modos, la subnotificación o la demora en el reporte de casos (que es obligatorio por ley) pueden estar ocurriendo en todo el país.
Para que haya transmisión de dengue, un mosquito debe entrar en contacto con una persona que tenga la carga de virus. De esa forma, el insecto se infecta y luego, en función de las condiciones de temperatura, en una semana o 10 días está en condiciones de transmitir el virus a otra persona. Además, desde el momento en que se produce la infección (la picadura del mosquito infectado) hasta que aparecen los síntomas pueden llegar a pasar tres o cinco días.
Otro factor clave es la temperatura. “Si se mantiene un verano fresco, por ejemplo, le lleva más tiempo al mosquito tener esta capacidad de transmitir el virus. Y eso reduce la probabilidad de transmisión. Hay más chances de que no llegue a estar vivo para transmitir”, dice Gleiser.
Y añade: “En estado adulto, generalmente el mosquito se muere por debajo de los 13°C. Con presencia de virus y teniendo inviernos más leves y veranos más cálidos, aumenta la chance de transmisión de dengue. También hay que tener en cuenta que estamos hablando de un mosquito doméstico, que busca entrar a las casas. Entonces es posible que fuera de las viviendas las temperaturas sean bajas, pero adentro no, y es allí donde se refugian los mosquitos”.
Lo cierto es que, si hay pocos días de frío y de nuevo hace calor, los mosquitos salen de las casas y pueden vivir más tiempo. Otra particularidad del Aedes aegypti es que las hembras prefieren alimentarse de sangre humana. Hay otras especies que pican mayormente aves o mamíferos silvestres, pero esta tiene una alta afinidad por los humanos.
Lo cierto es que Río Negro es la provincia con menor cantidad de casos confirmados de dengue en lo que va del año y no hay evidencia de circulación viral de esta enfermedad en el distrito. La explicación parece ser multifactorial: entran también en juego cuestiones como el azar y la casualidad. “Esto es biología, no matemática”, subraya Arezo. (La Nación)