El libertario Javier Milei asumirá este mediodía como Presidente habiendo advertido a los argentinos que se viene un cimbronazo con pocos precedentes en materia de ajuste fiscal y liberación de precios claves de la economía, en especial los que impactan sobre el consumo y las clases medias.
"La inflación será brutal, la recesión impactará como pocas veces se vio en la Argentina y el dólar será recontra alto. Serán meses muy duros, para tratar de encontrar la luz al final del túnel hacia fin de año", es el crudo panorama descripto a la agencia Noticias Argentinas por uno de los asesores que trabaja en la política de shock que prevé aplicar el líder de La Libertad Avanza en los próximos meses.
"Será como pasar de 100 a cero en apenas 100 metros", grafica uno de los dirigentes que orbitan el planeta Milei.
El ancla del programa económico que viene será fiscal, con el objetivo de eliminar lo más rápido posible todas las distorsiones que deja el Gobierno de Alberto Fernández, Cristina Kirchner y Sergio Massa.
"Con este programa, habrá una recesión muy importante en el primer semestre, y la desaceleración de precios recién empezará a notarse en el tercer trimestre del año", pronosticó Alejandro Werner, ex director del FMI, y el hombre que negoció el megacrédito que el organismo le otorgó a Mauricio Macri en 2018.
Será un programa de estabilización drástico que requerirá también de una contención social hacia los sectores más golpeados, incluida una clase media que ya venía al borde del colapso y que ahora puede terminar de asfixiarse.
Las distorsiones y las promesas de Milei
La deuda comercial por importaciones supera los 25.000 millones de dólares, en buena medida con casas matrices.
"Que esa deuda la absorban ellos, al tipo de cambio que corresponda", es lo que dicen cerca del inminente ministro de Economía, Luis Caputo.
La promesa mileísta es que a cambio de un período de "estanflación", que podría extenderse por alrededor de un año, los precios comenzarán a ceder, la actividad económica a recuperarse, las inversiones a llegar y el empleo a remontar.
Un anticipo de lo que vendrá lo dieron los combustibles, que las petroleras subieron casi 30% en apenas 24 horas.
La gran duda que tiene el mercado, pero sobre todo la gente de a pie, es si semejante sacrificio a corto plazo redundará en un mejor porvenir a largo plazo.
Allegados al futuro ministro de Economía repiten que el ancla del nuevo programa económico "será fiscal, con cero emisión monetaria".
Analistas creen que se marcha hacia una enorme licuación inflacionaria con ajuste del gasto público, que generará un impacto enorme sobre los contratistas de obras, un probable cierre de empresas y los consiguientes despidos.
"El hachazo a la obra pública será total", advierte un especialista en macroeconomía curtido en mil batallas que desempeñó un rol clave en el arranque del Gobierno de Néstor Kirchner en el 2003.
El recorte en la obra pública será el equivalente al 1,5% del PIB, unos 9.000 millones de dólares que de un plumazo saldrán de la economía real, con el consiguiente parate en el consumo y el empleo.
El economista Orlando Ferreres estima una inflación del 320% para el 2024, con picos en la primera mitad del año y una desaceleración a partir de julio o agosto próximos.
Lo que se viene es una suba de tarifas muy rápida, por ejemplo en luz y gas, y una licuación del gasto público pisando los gastos sin aplicar casi un ajuste inflacionario.
Para graficar ese comportamiento habrá que tener en cuenta que mientras la inflación calculada por Sergio Massa para este año era del 60%, el 2023 terminará en alrededor del 190% de costo de vida acumulado.
Los jubilados estarán entre los más afectados por el ajuste.
Sus haberes subirán alrededor del 130% este año. Serán 60 puntos de pérdida en los haberes reales, calculados sobre la inflación anual.
Un dato refleja la caída en los haberes previsionales: el gasto jubilatorio equivale a 7 puntos del PIB. Cuando Macri dejó el gobierno en 2019, era aún del 8,5%.
Según pudo saber NA, al recorte total de la obra pública se sumará el freno de los pagos de la deuda con los proveedores.
A esto se sumará la necesidad de pisar las transferencias a las provincias, cuyos gobernadores se preparan para un verano caliente.
"No se emite nada y vamos hacia un sinceramiento cambiario rápido", describen cerca de Milei.
El panorama que viene ubica la inflación entre el 20% y el 30% en diciembre y se proyecta al 30% en enero.
Semejante programa económico requerirá de un respaldo político y social muy amplio, que por ahora no aparece en el radar, lo que obligará a impulsar acuerdos de alto calibre a una velocidad pocas veces vista. La moneda está en el aire. (NA)