La falta de lluvias en gran parte de la zona agrícola argentina provocó un "giro inesperado" en las expectativas de cosecha, generando un marcado deterioro de los cultivos de verano como maíz, soja y sorgo. Los productores atraviesan un periodo de incertidumbre, ya que la sequía vuelve a poner en vilo a la producción agrícola, recordando los devastadores efectos de años anteriores.
Hace un mes que no llueve en muchas de las zonas productivas del país, lo que ha empeorado la situación de los cultivos. En el caso del maíz, la estimación inicial de una cosecha de 52 millones de toneladas, basada en las 6,5 millones de hectáreas sembradas, se ha reducido en 4 millones de toneladas debido a la escasez de agua. Las perspectivas para la soja también son alarmantes, con graves pérdidas ya visibles en los cultivos de segunda, que fueron sembrados después de la cosecha de trigo.
"La primera estimación de la campaña 2024/25 indica que de las 7,8 millones de hectáreas sembradas con el cereal, 1,3 millones no serían cosechadas para grano comercial", explicó Cristián Russo, jefe de la Guía Estratégica para el Agro (GEA) de la Bolsa de Comercio de Rosario (BCR). El rinde promedio de maíz también se ha ajustado a 73,6 quintales por hectárea, una cifra significativamente menor a la esperada.
La soja enfrenta daños irreversibles
En cuanto a la soja, los problemas son aún más graves. Los cultivos de segunda, particularmente los de la región central, han sufrido un "crecimiento detenido" y presentan "daños irreversibles", según informaron desde la BCR. Esta situación es especialmente crítica en el norte de Buenos Aires, donde la pérdida de plantas es cada vez más evidente. Las de primera, sembradas en octubre y noviembre, también se encuentran en un estado regular, con pérdidas de plantas y aborto de flores, además de ser atacadas por plagas como arañuelas y trips.
En este contexto, los productores ven cómo las expectativas de una cosecha superior se alejan rápidamente. La falta de lluvias "necesitan del auxilio inmediato de las lluvias para poder seguir en carrera", alertaron desde la BCR. La situación es crítica, ya que sin precipitaciones significativas, los cultivos de soja se enfrentan a rendimientos mucho menores a los previstos.
"Los rindes se verán resentidos y, si bien es prematuro efectuar una estimación, se descartan los escenarios de productividad alta que hasta hace poco, con las lluvias de la primavera, hacían posible pensar en una campaña superadora", señaló Russo. Las condiciones de desecamiento y estrés termohídrico han sido tan graves que las perspectivas para una cosecha de entre 53 y 53,5 millones de toneladas se ven ahora como un escenario muy remoto.
El impacto de la sequía en la región pampeana
A partir de la segunda quincena de diciembre, las lluvias comenzaron a cesar en muchas de las principales zonas productivas del país, especialmente en la provincia de Buenos Aires, donde la sequía se intensificó a partir de noviembre. La situación se ha agravado en el centro del país, particularmente en el norte de Buenos Aires, y la falta de agua ha afectado a la región pampeana en su totalidad. Solo algunas zonas del oeste y sur de Buenos Aires recibieron lluvias en enero, lo que ha dado algo de alivio, pero no suficiente como para revertir los efectos de la sequía.
La combinación de la escasez de lluvias, las altas temperaturas y el aumento de la radiación solar han tenido un impacto devastador en los cultivos de maíz temprano, que se encuentran en la etapa crítica de definición de rendimiento. "El ambiente de baja productividad ajusta el rinde promedio nacional a 73,6 quintales por hectárea para el cultivo", precisó Russo. Esta situación hizo que las estimaciones de producción de maíz se desplomen de 52 millones de toneladas a 48 millones, lo que representa una caída del 8,5% respecto de la campaña anterior. (Con información de Clarín)
