Real Madrid no quería desaprovechar la chance de volver a ser el líder absoluto de la liga española. El equipo de Zinedine Zidane recibía en el Santiago Bernabeu al Betis con un único objetivo: sumar de a tres para aprovechar la caída del Barcelona, que mandaba en el torneo. Muy complicada la tuvo durante buena parte del partido, pero sobre el final apareció Sergio Ramos, su gran carta ganadora de los últimos, para clavar un 2-1 que le devolvió el aire y lo volvió a llevar a lo más alto.
El equipo andaluz demostró de entrada que no había llegado a la capital española para ser, como otros, un simple partenaire de su poderoso rival. Buscó el desequilibrio por las bandas con el uruguayo Gonzalo Chory Castro, quien estuvo cerca de marcar en una entrada al área que cortó Keylor.
El costarricense fue protagonista a los 20 minutos de una jugada en la que se salvó de ser expulsado: el árbitro Mateu Lahoz ignoró su falta contra Brasanac, quien recibió una patada del arquero cuando podía escaparse a marcar el primer gol del partido.
Pero los problemas del Real Madrid estaban lejos de terminar: cuatro minutos después, Sanabria sacó un tiro desde afuera del área que Navas intentó retener, pero se le escurrió hasta transformarse en el tanto que abrió el marcador y enmudeció al público local.
Aunque el empuje del Real Madrid lo metió atrás, Betis se ratificó como un rival molesto que mantenía la ventaja sin grandes sufrimientos y cuando podía salía de contraataque para tratar de aumentar la ventaja. Pero enfrente había un rival demasiado poderoso como para confiarse. Y en un descuido -menudo descuido el dejar solo en el área a uno de los mejores jugadores del mundo- Cristiano Ronaldo cabeceó sin marca desde el borde del área chica y estableció el 1-1. Con esa igualdad finalizó el primer tiempo.
Para el complemento, el visitante mantuvo su receta de no meterse atrás en el segundo tiempo. Trató de jugar en el campo del Real Madrid todo lo que pudo y coqueteó con marcar el segundo, pero se expuso también a riesgos: por eso, no fue tan extraño que lo tomaran de contraataque a los 32 minutos y Piccini se tuviera que ir expulsado por una falta cuando se venía el gol del Real.
El local subió entonces la presión y tuvo bien pronto resultados: a los 36 minutos, otra vez Sergio Ramos, su gran crédito en la pelota parada cuando falla el resto de los caminos, volvió a golpear en el momento justo. Desde el borde del área chica, puso el 2-1 con sabor a sentencia, a nueve minutos del final.
La lógica habitual que impera en la Liga española indicaba que ya sólo había espacio para que Real Madrid ampliara su ventaja. Pero el Betis dio una última muestra de guapeza: fue a buscar el empate y casi lo consigue en el segundo minuto de descuento, cuando Navas tuvo su revancha después de su error en el primer gol y manoteó espectacularmente al corner un cabezazo de Sanabria que se metía contra el palo. Recién ahí, con mucho sufrimiento, el Real terminó de dibujar su sonrisa en una tarde que había arrancado mal. Aprovechó la caída del Barsa, trepó a la punta y sonrió, gracias a Sergio Ramos, ese león que tiene en el fondo de la defensa y que sabe asomar la cabeza cuando a otros les cuesta más aparecer.