La consagración de Patronato incluyó el sabor especial de significar el primer título en 108 años de historia. Si bien el objetivo primordial del conjunto entrerriano para la temporada pasada era garantizar su presencia en la máxima categoría, Facundo Sava alternó ciertas piezas en los cruces decisivos de la Copa Argentina e impidió que se resienta la estructura futbolística.
Una victoria sobre Deportivo Morón marcó el puntapié inicial de una campaña que cobró vuelo a partir de la clasificación por penales contra Colón de Santa Fe y, especialmente, el triunfo con mayoría de suplentes ante un Gimnasia La Plata que lideraba por aquel entonces la Liga Profesional.
Al igual que había ocurrido en la temporada 2020, Patronato volvía a inscribir su nombre entre los ocho mejores de la Copa Argentina. River se presentaba como un escollo sumamente complejo para el Rojinegro, ya que arribaba con un invicto récord de 29 encuentros en la competencia.
Un desarrollo frenético finalizó con una igualdad 2-2, con posterior clasificación mediante una serie desde los doce pasos para el club entrerriano.
Similar sería el encuentro siguiente frente a Boca, con una paridad marcada en los 90 minutos y una pericia idéntica de los ejecutantes del conjunto dirigido por Facundo Sava en la definición por penales.
Facundo Altamirano brilló al desviar un remate ante el Millonario y tapar tres intentos frente al club de La Ribera. Talleres de Córdoba, en el estadio Malvinas Argentinas de Mendoza, representó el obstáculo decisivo para una gesta memorable.
A esa altura, Patronato ya se había repuesto del golpe anímico que había significado la pérdida de categoría después de siete años.
De todas maneras, el Matador había sido subcampeón de la anterior Copa Argentina y llegaba con experiencia sustancial acumulada en su actuación de mayor relieve en la Libertadores, ya que había sido eliminado por Vélez en cuartos de final.
Un encuentro sin mayores emociones se quebró en el minuto 78. Tiago Banega barrió para impedir el despeje de Gastón Benavídez e impulsó la pelota con la suficiente fuerza para que vuele por encima de Guido Herrera y se incruste en el fondo del arco.
Delirio en todos los integrantes del Rojinegro, que aguantó estoico los embates rivales y celebró una conquista única. Ahora, buscará agregarle la segunda estrella a su palmarés oficial.