Después de que se suspendiera el arranque del Mundial, allá por marzo de este año, cuando todos los equipos ya estaban en Australia listos para comenzar la temporada, la Fórmula 1 trabajó sin descanso para poder reanudar la actividad cuanto antes y confeccionó un riguroso protocolo para evitar que posibles contagios durante el fin de semana de carrera, obligaran a suspender nuevamente el campeonato.
Más allá de que las competencias se disputan sin público en las tribunas y de que se disminuyó al mínimo la cantidad de trabajadores para evitar un gran movimiento en boxes, una de las medidas más curiosas que implementó La Máxima en sus primeras carreras, tiene que ver con el distanciamiento dentro del paddock. Es que además de colocar a la prensa a una distancia prudencial de los protagonistas a la hora de hacer las notas, también idearon un particular método para entregar las copas en el momento de la premiación.
A diferencia de lo que ocurre habitualmente, ahora no hay celebridades, ex pilotos, políticos, reyes o figuras destacadas entregando los trofeos. El encargado de hacer todo el trabajo es un control remoto, que maneja los cuatro carritos que llevan las copas. Sí, como si se tratara de un envío a domicilio, los pilotos esperan en su posición del podio que el carrito correspondiente llegue a hasta ellos y se frene para que puedan agarrar los trofeos. Así, uno a uno. En la segunda carrera en Austria, el ganador, Lewis Hamilton, fue el primero en agarrar su premio. Después fue el turno del equipo, y lo siguieron el segundo, Valtteri Bottas, y el tercero, Max Verstappen.
Otro lujo de esos a los que nos tiene acostumbrado la Fórmula 1, que ya se puede pensar en imitar.
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