El estadounidense Floyd Mayweather asegura que no cree que Muhammad Ali haya sido mejor que él, lo que irrita a los fanáticos del boxeo. Su alardeo permanente, ya sea por sus coches lujosos o por su invicto arriba del cuadrilátero, invita a estrellas como Rocky Balboa a inclinarse por Manny Pacquiao en la pelea del 2 de mayo en Las Vegas.
"Nadie puede lavarme el cerebro para hacerme creer que Sugar Ray Robinson y Muhammad Ali fueron mejores que yo. Nadie podría nunca lavarme el cerebro y hacerme decir eso", dijo Mayweather en una charla con ESPN.
Lo único que reconoció es que Robinson y Ali formaron parte de su motivación para ser boxeador: "Pero una cosa sí que haré. Me voy a quitar el sombrero ante ellos y a mostrarles respeto porque ellos son quienes me abrieron el camino para que ahora yo esté hoy aquí."
Nadie puede discutir que Muhammad Ali, campeón de los pesos pesados y triunfador en 56 de las 61 peleas que disputó, es uno de los más grandes de la historia. También lo es Ray Robinson, uno de los mejores "libra por libra" al haber ganado 173 de sus 200 peleas.
Lo cierto, es que "Pacman" y su perfil bajo resultan más empáticos para los seguidores de este deporte. Por ejemplo Sylvester Stallone, el actor reconocido por interpretar al boxeador Rocky Balboa, decidió visitar a Pacquiao durante su entrenamiento en el gimnasio Will Card.
El púgil asiático está preparándose para el "combate del siglo", y la estrella de cine de Hollywood decidió ir a darle su apoyo. Hasta tuvo tiempo de tomarse una fotografía siendo noqueado por el "Pacman".
Tras meses de negociaciones, el 20 de febrero se confirmó que Mayweather y Pacquiao, los mejores púgiles de la última década, celebrarán el 2 de mayo en Las Vegas un esperado combate que promete batir todos los récords económicos.
Mayweather, de 37 años, está invicto en su carrera (47-0) con 26 nocauts. Pacquiao, de 36 años, tiene un récord de 57-5-2 con 38 triunfos antes del límite, tras batir a Chris Algieri en noviembre del año pasado.
La bolsa que se repartirán los púgiles podría alcanzar los 200 millones, de los que 120 serían para el estadounidense y 80 para el filipino. A ellos habría que sumar otras cantidades por venta de entradas y por pay-per-view.