Pasaron 40 días desde aquella tarde en el Maracaná. Demasiada abstinencia de fútbol para él. Pero volvió con todo. Leo Messi se devoró en apenas dos minutos a un León de México. Abrió el camino para una catarata de goles en el 6-0 del Barcelona. Con Mascherano de titular y con la compañía en el ataque de Neymar, se quedó con el Trofeo Joan Gamper.
Messi entró por el sector izquierdo como un flash para capturar un centro de Neymar. Se anticipó de cabeza a la defensa mexicana y le anticipó al mundo que tiene unas ganas tremendas de volver al cielo de su rendimiento. Se paró como falso nueve, rodeado por Rafinha y Neymar. El brasileño también estaba necesitado de la pelota. Y, al lado de la Pulga, sonrió como en sus mejores momentos. Primero picó la bola para el 2-0. Y luego recibió un pase al vacío de Messi. Definió simple y Yarbrouhg se la tapó. Pero le quedó el rebote. Ahí Ney cerró el pleito con un taco.
El nuevo Barcelona de Luis Enrique tiene algunos retoques de fisonomía pero viejas costumbres. Por ejemplo, presión alta, movilidad e intensidad. Ese combo fue demasiado para el León. Mauro Boselli lo puede contar. Lo mismo que Rafa Márquez, quien desde el fondo mexicano sufrió el empuje de Rakitic.
Con el 3-0 del primer tiempo, Luis Enrique empezó a meter cambios. Uno de ellos fue el de Piqué por Mascherano, quien se paró de central. El partido estaba definido y un rato después salió Messi. Los hinchas pedían a Luis Suárez, pero antes tuvieron que gritar los dos goles de Munir. Ya era 5-0, fiesta total del Barsa.
Finalmente, Luis Suárez entró y sumó algunos minutos con la camiseta blaugrana. A los 89 minutos llegó el gol de Sandro. Luego, los festejos por el Trofeo Gamper. Leo Messi volvió. Volvió a mirar al cielo como en todos sus goles.