Juan Román Riquelme sacó un conejo más de su galera y le permitió a Argentinos Juniors empatarle sobre la hora a Estudiantes de Buenos Aires, y superarlo en la definición por penales, para meterse en las semifinales de la Copa Argentina.
El partido se terminaba. Quedaban apenas tres minutos y parecía que los de Caseros se clasificaban por segunda vez consecutiva en las semis de este torneo. Sin embargo, el Lobo Ledesma metió un sombrero en el área, un defensor rival tocó el balón con su codo y el árbitro decretó penal.
Riquelme, con toda su experiencia a cuestas, miró al arquero, hizo un breve trote hasta la pelota y la picó. El 1 a 1 era una realidad inamovible.
En la serie decisiva, ambos equipos conviertieron sus primeros cuatro remates. Pero llegó el quinto de Estudiantes, Diego Torres le dio con alma y vida, y su remate reventó el travesaño, pico en la línea y salió. Todo quedaba a merced de Riquelme.
Y allá fue Román otra vez, como tantas en su carrera. Acomodó la pelota, pensó qué hacer y la colocó junto al palo derecho del arquero, que eligió su izquierda.
El festejo del ídolo con los brazos en alto fue el telón de una película que parecía tener un final triste para los de la Paternal, pero el héroe apareció a tiempo.
Ya por las semifinales de la Copa Argentina, Argentinos irá por más frente a Rosario Central.