Se cumplen este miércoles 25 años de uno de los episodios más legendarios y más adversos en la historia del deporte argentino: la polémica sanción de un foul penal a cinco minutos del final derivó en la victoria de Alemania a expensas de Argentina en el partido que decidió el ganador de la Copa del Mundo.
Sucedió en el Estadio Olímpico de Roma el domingo 8 de julio de 1990 ante 73.063 espectadores, muchos de los cuales hasta hoy mismo se preguntan si, en efecto, el defensor argentino Roberto Néstor Sensini cometió infracción dentro del área en perjuicio del delantero alemán Rudolf Rudi Völler.
Sensini corrió del centro de la defensa hacia la izquierda, intentó interceptar a Völler y cruzó el pie derecho para despejar la pelota, el delantero teutón cayó de forma aparatosa y el árbitro mexicano Eduardo Codesal no hesitó: penal. Un remolino de argentinos envolvió al juez, abundaron las protestas airadas e incluso insultos de grueso calibre (años después así lo confesaron algunos jugadores, sobremanera Pedro Troglio), pero ya no hubo marcha atrás y con un ajustado derechazo junto a un palo Andreas Brehme hizo estéril la esperanzada pirueta de Sergio Goycochea, que venía de sacar patente de extraordinario atajador de penales en los partidos con Yugoslavia en cuartos de final y con Italia en semifinal.
Había sido un partido intenso, trabado y parejo, sin momentos de lucimiento extremo, con Alemania en la iniciativa, aunque con profundidad relativa; y Argentina volcada a una defensa masiva, disciplinada, rocosa, pero con escasa o nula elaboración de juego y remotas posibilidades de llegar al gol.
La precaria condición física de Diego Maradona y la ausencia de Claudio Caniggia por una pueril tarjeta amarilla que había recibido en el cotejo con Italia, subordinaron al representativo nacional a sostener el partido hasta donde se pudiera y en todo caso apostar a los tiros desde el punto penal.