Con una profunda tristeza, amigos despidieron a al médico veterinario Federico González, quien falleció este martes a los 43 años, luego de varias semanas internado en la Clínica Modelo de la capital entrerriana. González, conocido por su compromiso y dedicación en su labor, desempeñaba su tarea como parte del cuerpo de veterinarios de la Policía de Entre Ríos.
Amante del rugby, aficionado a los caballos y siempre dispuesto a ayudar, “el Puma”, como lo llamaban cariñosamente sus amigos, dejó una huella imborrable tanto en su profesión como en el corazón de quienes lo conocieron. Su lucha por el bienestar animal, su constante reclamo por evitar eventos con caballos y su postura sobre el cuidado de los animales en espacios públicos fueron solo algunas de sus grandes pasiones.
Elonce dialogó con dos de sus más cercanos amigos, Martín Sieber y Carolina Lell, quienes no ocultaron su dolor y la profunda pérdida que significa para todos los que tuvieron el privilegio de compartir su vida.
Sieber, visiblemente conmovido, destacó la enorme huella que Federico dejó. "Me deja un vacío enorme, además de ser colega, era un amigo, trabajamos juntos. Era una persona que nunca pasaba desapercibido, irremplazable. Un amigo que dejaba su huella. No me imagino una tarde sin que pase por casa", expresó Sieber, recordando con cariño aquellos momentos compartidos.
Por su parte, Lell, quien también compartió una estrecha amistad con el médico veterinario, destacó su nobleza y la solidaridad que siempre lo caracterizó. "Era una persona fuerte, no podemos entender lo que pasó. Siempre voy a agradecer la nobleza y el acompañamiento que tuvo hacia nosotros. La nobleza que él tenía no la vi en muchas personas", señaló, con la voz quebrada por la emoción.
Carolina, profundamente conmovida, escribió unas sentidas palabras en homenaje a su amigo:
"Hoy nos toca despedirte, lo lloramos profundamente, no hay consuelo para todos los que te queríamos. Gracias por tu nobleza, gran fuerza y por llevar la profesión a donde más te gustaba y con tanta vocación la regabas. Hoy nos toca despedirte, no hay consuelo para tu familia y amigos, para un colegio que te quería. Hoy llegaste a la gloria, seguro que galopando en un caballo manso, con mucho orgullo te llevó hacia el Señor. Gracias por tu persona, tus valores y tu profesión."
Sieber también resaltó la profesionalidad de González, recordando algunas de sus cualidades únicas. "Hay tareas que solo las podía hacer él, tenía muchas gentilezas, a veces sonaba el teléfono y él avisaba, ayudaba", dijo Sieber. Y concluyó: "Ahora me va a faltar algo en la vida, era de esos amigos que se cuentan con los dedos de una mano. No se consiguen todos los días. Lo quiero recordar con mucha alegría".