Se cumple un mes de la desaparición de Uriel Ezequiel Lell, el joven que cayó al río Paraná en la zona de la Costanera Baja de la capital entrerriana. La incertidumbre sobre si su caída fue accidental o si se arrojó persiste, mientras que las autoridades y pescadores siguen sin encontrar su cuerpo.
Desde la madrugada del 5 de julio, personal de la Prefectura y pescadores han intensificado los esfuerzos para localizar a Uriel, cuyo último avistamiento fue en la zona de muelles de la Costanera Baja. A pesar de los extensos trabajos de búsqueda, el cuerpo del joven aún no ha sido hallado.
A un mes de su desaparición, la familia y la comunidad no pierden la esperanza y mantienen vivo el llamado para que la búsqueda continúe. La angustia y la incertidumbre persisten.
La palabra de su mamá
Él estaba muy contento porque festejaba los 15 de su sobrina, fue a visitarme a la clínica cuando me operaron; estaba sobrio y feliz porque hacía más de una semana que no tomaba nada porque quería estar bien para cuando yo volviera a casa”, aseguró a Elonce, su mamá, Diana al remarcar que “tomaba mucho y de vez en cuando consumía, pero –según remarcó- se estaba cuidando mucho y se controlaba porque quería dejar todo eso”. “Era feliz con su vida y andaba con sus perros para todos lados”, amplió.
“Como madre, me niego a pensar que se tiró"
Consultada sobre hipótesis en torno a los motivos de la tragedia, Diana repasó: “Insistimos durante dos días seguidos en Fiscalía para que nos dejen ver los registros de las cámaras del 911; en las imágenes se ve que él estaba en el boliche de enfrente, estaba bailando, con los perros y rodeado de mucha gente. Habló con los trapitos, cruzó para el lado del muelle, donde habló con otro grupito y después las cámaras lo pierden porque en la oscuridad no se ve”.
“Como madre, me niego a pensar que se tiró; para mí, él se cayó porque habrá estado tomado. Él era alto, grandote, y quizás cuando cruzó, perdió el equilibrio y cayó”, estimó la madre de Lell. “Supongo que también pudo haber hecho alguna apuesta, porque era buen nadador y estaba acostumbrado a nadar con los perros en el río”, sumó.
Arrojaron pan al río
Hace unos 15 días, en un acto de fe, el sacerdote de la Parroquia Inmaculada Concepción, Tito Albornoz, fue hasta la costanera y, tras bendecir el río, arrojó pan bendito al río “porque se cree que donde el pan comienza a dar vueltas podría estar el cuerpo”. “Es una manera de acompañar a familia ya que esa mamá desde que su hijo desapareció permanece en la Costanera”, había fundamentado el cura en relación a la creencia religiosa.