Hugo Ibarra empezó a competir para seguir en el cargo en 2023. Era imposible de imaginar hace no tanto tiempo. Los resultados mandan hoy y siempre. Es hasta lógico que se plantee la continuidad del Negro en caso de seguir por este buen rumbo, imaginando que Boca puede quedarse con alguno de los títulos que está peleando, además del Trofeo de Campeones que debe jugar como cierre del semestre. Porque, en caso de dar alguna vuelta, llegará fin de año y la pregunta se la harán entre Juan Román Riquelme y el Consejo de Fútbol de forma inevitable: ¿debe seguir el DT?
"Los resultados son los que mandan. Hoy ves a un equipo ganador, que por ahí sufre los partidos pero gana. Si gana los dos seguramente va a seguir. Pasó con Battaglia también", opinó Rolando Schiavi, justamente uno de los que destrozó a Ibarra en un primer momento.
Sin embargo, no es todo resultados. En el club valoran otras cuestiones a favor de Ibarra, como la forma en que supo timonear el barco en aguas turbulentas, superar las adversidades de los primeros partidos de su interinato y encauzar el rumbo no sólo futbolístico, sino también en lo grupal con un plantel que había quedado herido por las salidas de Sebastián Battaglia y el capitán Carlos Izquierdoz.
Resultados y paz interior van de la mano. Desde la pelea entre Zambrano y Benedetto en el empate 0-0 con Racing y la sanción de dos fechas para cada uno, siguió otra igualdad sin goles frente a Rosario Central en la Bombonera y luego comenzó la racha de victorias que lo metieron en la pelea por la Liga y le dieron el pase a semifinales de la CA. Así, ya van siete triunfos y un empate en los últimos ocho encuentros.
Ibarra además recuperó la relación necesaria entre DT-CdF, con un diálogo mucho más fluido y sin que moleste el intercambio de opiniones, luego de que Battaglia tuviera unos últimos tiempos a los tiros por el armado del equipo y otras diferencias, al punto que una declaración después de la eliminación con Corinthians desencadenó su despedido en una estación de servicio.
De hecho, a partir de que asumió el Negro, se dio que Riquelme se preocupó por limar sus propias asperezas con el plantel, acercándose un poco más e incluso participando y transformando las comidas de los viernes en asados multitudinarios que se volvieron costumbre y hasta cábala.
"Sirve para unir que estemos todos juntos charlando y almorzando. Te quedás charlando, por ahí cosas que no son de fútbol. Estar más cerca del Consejo", dijo Marcos Rojo. "Los viernes hay asado y se vuelve a lo de antes, y los muchachos lo disfrutan mucho", agregó Román. Y no fue casualidad que unos cuantos futbolistas compartieran la consagración de las Gladiadoras con el vicepresidente en la Bombonera.
Ibarra a la vez pareció ir creciendo partido a partido. Del técnico que no quería ser técnico a uno que le viene saliendo todo bien: las formaciones que elige, la rotación, los cambios, los pibes, hasta le sale bien y lo potencia que a River le vaya mal. Y ahí otra señal de madurez y perfil bajo: cuando el miércoles tras clasificar en la Copa Argentina le preguntaron y re preguntaron por la eliminación del clásico rival, supo responder con altura sin meterse en el barro. Y hasta un crítico como Ricardo La Volpe lo elogió en estos días.
Riquelme se enojó cuando lo preguntaron un mes atrás si podía proyectar a Ibarra como DT para 2023. "¿Por qué tenemos que hablar de estas cosas dentro de un año?", dijo el vicepresidente con su simpleza de vivir día a día y su facilidad para evitar dar titulares a los medios. "Nos gustaría un técnico que estuviera infinito, porque descarga problemas", aseguró días atrás el presidente Jorge Ameal al ser consultado por el actual técnico.
Cuando Ameal y Riquelme confirmaron a Ibarra hasta diciembre fue para que se deje de hablar de la lista de candidatos y trabajar con tranquilidad en la búsqueda de un entrenador de experiencia, según contaron en distintos momentos. Pero mientras tanto el Negro creció, ganó, se afianzó y logró lo inesperado: se convirtió en uno de esos candidatos.