Fue el segundo título consecutivo en la categoría Sub 20 y el tercero en la historia para la Selección Argentina a nivel juvenil. Sin embargo, ese campeonato de Malasia en el año 1997 fue mucho más que eso. Esa consagración representó el triunfo de una forma de jugar, vivir y sentir el fútbol encabezada por el entrerriano José Pekerman y todo su cuerpo técnico. Además, fue la presentación pública de futbolistas con un talento descomunal que representó el regreso a las fuentes de la esencia misma del fútbol argentino.
Con Juan Riquelme, Pablo Aimar y Esteban Cambiasso a la cabeza, el seleccionado argentino alcanzó la posibilidad de disputar la final tras dos triunfos en su zona (frente a Hungría y Canadá) y una inesperada derrota en manos de Australia. Ya en cuartos de final y con una resonante victoria frente a Inglaterra por 2-1, comenzaría a verse lo mejor de aquel equipo.
Otro importante triunfo, esta vez por 2 a 0 frente a Brasil, depositó al equipo en Semifinales donde en un partido muy sufrido, se venció a Irlanda por la mínima diferencia y se consiguió el primer gran objetivo, llegar a disputar el partido más importante de todos, la final del torneo.
El partido definitorio tuvo el condimento de reproducir el viejo clásico del Río de la Plata. La selección de Uruguay, muy bien representada por futbolistas como Nicolás Olivera y Marcelo Zalayeta, sería el rival a vencer para alcanzar la gloria en esta importante competición. Un 5 de julio como hoy pero hace 23 años, en Kuala Lampur se diputó la Final que enfrentó a los dos equipos sudamericanos.
Esa tarde, Leo Franco; Cufré, Samuel, Serrizuela, Placente; Cubero, Cambiasso, Riquelme, Aimar; Quintana y Romeo fueron los once seleccionados por el entrenador argentino para comenzar el encuentro. A los ´14 minutos del primer tiempo, un certero tiro libre de Pablo García, futbolista uruguayo de futuro prometedor, se coló en el ángulo de Franco y le dio la ventaja parcial al conjunto celeste que esa tarde se vistió llamativamente con casaca roja.
Tras no pasarla nada bien en el comienzo, a través de una pelota parada ejecutada a la perfección por Riquelme y con un cabezazo anticipando a todos en el primer palo de Cambiasso, el Cuchu anotó la imperiosa igualdad. Antes que finalice la primera mitad, Lionel Scaloni, actual entrenador de la Selección Mayor Argentina, desbordó sobre el sector derecho, ejecutó un centro atrás y Diego Quintana logró conectar para anotar el decisivo 2 a 1.
Por supuesto que el segundo tiempo no fue nada sencillo para el seleccionado argentino pero en base a la inteligencia y capacidad técnica de sus futbolistas logró mantener el resultado y alzarse nuevamente con un título de marcada magnitud.
Fue una nueva conquista dentro de una era dónde la formación de jugadores fue prioridad, que comenzó con el entrenador nacido en Villa Domínguez, quien levantó la segunda de las tres copas mundiales que ganaría como estratega de los juveniles de la Albiceleste, además de un verdadero motivo de orgullo para el viejo y muchas veces golpeado fútbol argentino.