Fue una de las pocas veces donde el habitual reconocimiento de la gente con el Mellizo cambio su melodía para que toda La Bombonera entone el grito de "Guillermo no se va", banderas, carteles, mensajes de los hinchas en las pantallas del estadio, todo era reconocimiento para el histórico número 7.
Paralelamente, un 15 de abril como hoy, pero del año 2007, se jugaba una nueva edición del superclásico del fútbol argentino, para el mellizo Guillermo sería el último como futbolista.
Esa tarde, Miguel Angel Russo, por entoces DT Xeneize, mandó a la cancha a Caranta; Ibarra, Cata Díaz, Morel Rodriguez y Clemente; Ledesma, Banega, Cardozo; Riquelme; Palacio y Palermo.
Boca de entrada se puso en ventaja con un gol tempranero de Ledesma. Comandado por Juan Roman Riquelme, el equipo local superó claramete a su rival en el desarrollo del juego pero no logró ampliar la diferencia y Rosales empató para River.
Faltando solo cinco minutos para el final del partido, Guillermo fue la carta que eligió el entrenador para mandar a la cancha. En reemplazo de Rodrigo Palacio, el siete bravo entró con su mismas ganas y rebeldía de siempre, la realidad indica que quedaba realmente poco tiempo de juego y poco fue lo que pudo entrar en acción.
"Me hubiera gustado entrar antes", declaró post partido fiel a su estilo. "Fue un día muy especial para mí, tanto afecto no sé si podrá modificar mi decisión", amplió con respecto al cariño demostrado por la gente.
Fue la última función en Boca del delantero que llegó desde La Plata para convertirse en ídolo después de lograr nada más ni nada menos que 16 títulos.