De pronto, un ruido extraño quebró el clima de la primera práctica de la Selección en Salvador de Bahía, el lunes pasado por la tarde. Todos se miraron. ¿De dónde venía ese sonido de aleteo metálico? Hasta que alzaron la vista y lo vieron. Un misterioso helicóptero negro sobrevolaba el estadio Manoel Barradas, del club Vitória, el lugar de entrenamiento del equipo de Lionel Scaloni.
Al principio causó sorpresa y casi todos pensaron que iba de paso. Pero, al darse cuenta que la aeronave sin ningún logo de identificación daba vueltas únicamente sobre el lugar donde estaba la Argentina, la seguridad del plantel se puso en alerta.
¿Quiénes eran? ¿Qué hacían allí? ¿Qué buscaban? Nadie sabía bien. El ensayo continuó unos 20 minutos con el helicóptero como único testigo ya que ese entrenamiento fue a puertas cerradas en su totalidad. Luego, se retiró. Al día siguiente, ya con los medios presenciando los primeros 15 minutos de los trabajos, la situación se repitió. Pero esta vez, el vehículo volador siguió de largo.
Comenzó un trabajo de inteligencia en la delegación albiceleste para averiguar qué era lo que estaba ocurriendo. ¿Los estaban espiando? Esa fue la primera sospecha. La versión que corrió de inmediato decía que se trataba de un medio local que tomaba imágenes. Una manera de eludir las puertas cerradas y descubrir la planificación de Scaloni. No hubiera sido la primera vez en suceder algo así, aunque generalmente se utilizan drones espías que suelen pasar más desapercibidos.
Fue tema de conversación en toda la delegación nacional. Según pudo saber Clarín, también evaluaron elevar un comunicado a la Conmebol para ponerla al tanto de lo sucedido. "No sabés qué pensar... De repente aparece un helicóptero negro y se posa arriba de la cancha y uno qué sabe lo que está ocurriendo", le señaló un integrante de la delegación a este diario.
Sin embargo, al parecer, no se trataba de algo relacionado a espionajes. El helicóptero, según trascendió, pertenece a fuerzas de seguridad brasileñas y su función es justamente monitorear el área. De todos modos, nunca hubo una comunicación oficial hacia la seguridad del equipo argentino para avisar que esto iba a pasar y por ello el desconcierto alteró -en un primer momento- el clima de tranquilidad que viven Lionel Messi y compañía aquí en Brasil.