Ni las imágenes de radar, ni el rastrillaje submarino y mucho menos la última comunicación de Dave Ibbotson, el piloto del avión, antes de desaparecer. La pista clave para continuar con la búsqueda del aparato en el que viajaba Emiliano Sala pasó a ser el número de serie de las dos butacas que se encontraron en una playa cerca de Surtainville, en la península de Cotentin, Francia.
Si bien todavía no hay datos precisos del paradero de Sala ni de Ibbotson, los integrantes de la oficina de investigación de seguridad francesa (BEA, Burdeos de Enquête & d'Analyses) consideran que haber encontrado los cojines puede ser la punta de la madeja para resolver el misterio. Y se basan en que una vez chequeado que esos asientos pertenecen a la avioneta Piper PA-46 Malibu y analizando las corrientes marinas, podrán delimitar la zona precisa a rastrillar.
Para eso es fundamental comprobar que los números de serie de las partes encontradas coincidan con las del avión. Y es por eso, también, que luego del descubrimiento se solicitó a Estados Unidos, donde está matriculada la aeronave, los datos de fabricación. Todo bajo la más absoluta reserva y prudencia. Y de ahí el motivo por el cual recién este miércoles, 48 horas más tarde, se dio la noticia de que el último lunes habían encontrado restos que podrían pertenecer al vehículo.
Sin descuidar la búsqueda privada que trabaja en paralelo, la familia de Emiliano Sala sigue atentamente las últimas novedades. Y continúa aferrada a la esperanza de hallar con vida al delantero que desapareció hace ya nueve días cuando viajaba desde Nantes hasta Cardiff, para sumarse a los entrenamientos de su nuevo equipo.