En el sur del departamento Concordia, la tristeza reina en los más de mil habitantes que en su mayoría trabajan en los aserraderos. La crisis económica del sector los obliga a bajar las persianas y cientos de trabajadores se quedan sin la posibilidad de alimentar a sus familias, muchos emigran y otros temen que Pedernal se convierta en un pueblo fantasma.
Algunos todavía tienen la esperanza de que sus empleadores los vuelvan a llamar, que les digan que fue un mal sueño y que van a retornar a sus trabajos; pero, lamentablemente, esto no es así, la situación día tras día se va agravando.
Angélica Flores es vecina del pueblo y manifestó, con lágrimas, que es la peor crisis que ha vivido en toda su vida.
"Tenemos una gran incertidumbre, la gente está muy mal, esperan algo, un milagro y los aserraderos es lo único que hay. Falta esto y la gente no sabe ni donde está parada, ésa es la realidad de nuestro pueblo", dijo Flores.
"Ayer, mi vecino, de apellido Quintana, recibió un telegrama del aserradero que lo dejaba sin trabajo; él, como tantos, está sin esperanzas, tiene hijos y no sabe qué es lo que va a hacer", precisó.
Los aserraderos que todavía siguen en pie están trabajando a un 30 por ciento y eso implica que el personal trabaje por turnos que los cubren en garantía horaria, un sueldo de un trabajador es de 8.000 pesos.
En las pocas manzanas de la distribución del pueblo, entre la plaza y la ex estación del ferrocarril, hay cuatro almacenes, "nosotros trabajamos con fiado porque nos conocemos; es una cadena, a medida que la gente se va quedando sin trabajo nosotros no podemos comprar mercadería a los vendedores y todo se va cayendo", dijo Juan el almacenero más antiguo.
La mayoría de los chicos reciben sus alimentos en el comedor escolar y, como caso testigo, en el sexto grado son 22 alumnos de los cuales 11 tienen a sus padres desocupados. "Es un ejemplo de la situación que se vive en esta localidad", dijo una maestra de la escuela. "Hay chicos que nos cuentan que sus papás se van a Misiones o a Ubajay a trabajar a donde puedan, ésa es la cruda realidad de este lugar".
Por su parte, David contó que trabajó hasta la tarde de ayer y que los aserraderos tuvieron bajas importantes, "no venden y hay mucha gente que vive de esto, ahora estoy parado una semana y vuelvo la semana que viene, recién me avisaron; pero es media quincena y yo tengo hijos. No sabemos qué hacer, y así como nosotros, está viviendo todo el pueblo. Los que se quedaron sin trabajo se fueron", concluyó. (El Sol)