"¡Ponelo a Tevez!", Irónica, la gente de River coreaba en medio de los festejos por la histórica vuelta olímpica frente a Boca , tras ganar la Supercopa Argentina . El delantero fue el blanco elegido por ellos desde las tribunas, y por los memes, en las redes sociales.
Ocurre que el Apache dio motivos para esa reacción, fundamentalmente por su floja tarea en la noche mendocina. Fue el actor principal que todo Boca esperaba y el que se ausentó a la función de gala. Y después, porque había ubicado a esta Copa a la altura de una Copa Libertadores. Todavía se recuerdan sus palabras, cuando anticipó que la de ayer era "una muy buena ocasión para dejar en claro qué significa el 'Esto es Boca'". No fue casual entonces el cántico, cara a cara, ni que algunos publiquen en las redes imágenes del plantel millonario alzando la Copa junto a la frase "Esto es River".
El semblante del rostro de Tevez en el vestuario post derrota estuvo muy lejos del que él hubiera imaginado. Y gran parte de que eso haya sido así fue, justamente, por su actuación. Tevez no desbordó nunca ni exhibió la lucidez que lo caracterizó años atrás. Tampoc tuvo la explosión en los últimos metros que lo hicieron brillar en Europa durante una década. Ni siquiera tuvo una de sus principales facetas: rebeldía. Su labor estuvo mucho más cercana a su apática versión de 2016 que a todo lo anterior. Sus "vacaciones" en China durante 2017, tal como catalogó a su experiencia oriental, le siguen pasando factura.
Frente a River, Carlos tenía la gran oportunidad de dejar atrás dos hechos que resquebrajaron su relación con el hincha de Boca: su olvidable actuación ante Independiente del Valle, la noche de eliminación copera de 2016 en la Bombonera (y su posterior pedido de licencia), y su partida a China a fines de ese mismo año para jugar en el Shanghai Shenhua. No la aprovechó. No porque no quisiera, sino porque a los 34 años hay cosas que el corazón y la mente proponen, pero el cuerpo dispone. Ni siquiera pudo patear al arco en toda la noche.
Y aunque resumió la derrota en "dos errores nuestros", a que "el penal no sé si fue penal", que "Boca en la segunda mitad pudo haberlo empatado" y en la previa del segundo gol "había que cortar la jugada en la mitad de la cancha", lo cierto es que si algo no le falta a Tevez es claridad para ser el primero en saber que no estuvo a la altura de las circunstancias, indica La Nación. Demasiados minutos parado y escasa relación con el balón. Si hasta la jugada de Marcelo Gallardo, aquella de poner a dos centrales como Maidana ni a Pinola, era una invitación a encararlos. No lo pudo hacer.
"Son partidos. Contra Tigre la rompió y esta vez no se le dio"; un argumento que flotó puertas afuera del vestuario de Boca. La comparación se derrumba como un castillo de naipes. Igual que aquel intento de posicionar al Apache rumbo a Rusia 2018, en una supuesta competencia directa con Lautaro Martínez. Imposible de argumentar.
En su primer gran examen en serio desde su regreso, Carlos Tevez se sacó un aplazo. Él lo sabe e intentará buscar revancha. Pero con el camino prácticamente allanado rumbo al bicampeonato local, el foco principal del club, y del regreso del Nro. 32, está puesto en la Copa Libertadores, que recién ingresará en las etapas decisivas después del Mundial.
Ante River el "Esto es Boca" tampoco se pudo ratificar en Mendoza. La actualidad del Apache preocupa a los de la Ribera. Además, dispara una interrogante en voz alta. Cabe preguntarse si "Esto es Tevez".