Van 358 días en lo más alto del fútbol argentino. Serán, en siete días, 30 fechas en la cúspide. Una vuelta al Sol que también incluyó una vuelta olímpica, allá por junio. Boca cumplirá un año como puntero desde aquel 11 de diciembre de 2016, cuando goleó a River en el Monumental y se trepó a la cima para nunca más bajarse.
Un puntero cuestionado pero arrasador desde sus números que también mutó y logró adaptarse a las adversidades. Claro: alcanza con repasar el once titular que saltó a la cancha en Núñez en el diciembre pasado y compararlo con el que venció el fin de semana a Arsenal en La Boca para entender la transformación que sufrió el equipo que diseñó (y rediseñó luego) Guillermo Barros Schelotto. Entre las dos alineaciones solo se repite Frank Fabra como titular (Vergini jugó ambos partidos, pero hoy es suplente en el once del Mellizo).
Boca cambió a Tevez por Cardona, a Nandez por Bentancur, a Rossi por Werner y a Magallán por Insaurralde, además de tener ahora a Leo Jara adelante de Peruzzi y a Wilmar Barrios como titular inamovible. Al desequilibrante Centurión, suplente en el cierre de 2016 pero decisivo en el torneo, lo perdió a mitad de año.
Tropezó más de una vez, llegaron a pisarle los talones, pero nadie logró pasar a este Boca en todo este tiempo. En este año solo salió a jugar 3 veces con la obligación de sostenerse en lo más alto (con San Martín en San Juan, ante Lanús en el inicio de la Superliga y el domingo con Arsenal) y la única vez que dejó abierta la chance de dejar la cima (en mayo, a cuatro fechas del final) el equipo de Gallardo flaqueó.
Pero hay algo más: sin la Libertadores en el camino, el claro objetivo era conseguir el campeonato y terminar el año arriba. Cualquier otro resultado hubiese sido visto como un fracaso, pero Boca cumplió con lo suyo. Ahora competirá mano a mano con San Lorenzo (tiene la ventaja de no tener competencia internacional) y con algún otro que se enganche a discutirle el bicampeonato en el 2018, mientras persigue esa obsesión que es la Séptima Copa.
En este recorrido, Boca alcanzó picos de rendimiento y números abrumadores: hilvanó 8 victorias en fila en el inicio de la Superliga (récord en el profesionalismo para el club), alcanzó 18 partidos sin perder como visitante (la racha en días marca la más larga del profesionalismo) y desarrolló su rasgo goleador, con 58 tantos a favor en 29 partidos. Letal.
Así, posicionó a seis de sus titulares en sus respectivas selecciones de cara al Mundial de Rusia y también sobrellevó una cantidad de lesiones poco frecuentes (Sebastián Pérez, Gago y Benedetto se rompieron los ligamentos cruzados) para tan poco tiempo. Incluso contra eso, y aunque su funcionamiento disminuyó, el equipo se sostuvo arriba.
<b>¿Y ahora qué?</b>
El domingo ante Estudiantes cerrará el año y buscará al menos terminar en soledad en la punta del campeonato. Sabe que en el 2018 deberá dosificar su esfuerzo y para eso se reforzará a conciencia. "Vamos a jugar todo en siete semanas y tenemos que estar preparados, porque Boca te exige estar en lo más alto y nuestro objetivo es buscar el título en la Superliga y llegar a la final de la Copa Libertadores", planteó el Mellizo ante Clarín con la mirada fija en un horizonte no tan lejano. Hasta ese fin de semana del 28 de enero (recibirá a Colón en la Bombonera), observará a todos desde arriba. Luego, comenzará una historia que lo tendrá enfocado en conquistar América.
<b>¿Cuánto mutará Boca?</b>
En principio, no tendrá a Gago ni a Benedetto hasta marzo. Sin ellos, el equipo necesitará de un goleador y de alguien que pueda elaborar juego desde la mitad de la cancha. Para esto último ya hay negociaciones avanzadas con Walter Montoya, quien no seguirá en el Sevilla de España y que tras el pedido de Guillermo se incorporaría en los primeros días de enero. El, con el retorno de Sebastián Pérez (jugó los últimos tres partidos en la Reserva) y alguna opción que aparezca en el mercado (¿el paraguayo Jesús Medina?) tendrán que hacer jugar a Boca al lado de Pablo Pérez.
Con Nandez y Barrios, ese mediocampo estará cubierto hasta el retorno de Gago, a quien los médicos observan con una evolución mucho más rápida de la imaginada. Al nueve de área lo buscarán una vez que se tengan certezas sobre los tiempos de recuperación de Wanchope Abila y de lo que ocurra con la dilatada decisión de Carlos Tevez.
<b>El Apache es un tema aparte</b>
Se fue líder en el 2016. Si vuelve, encontrará a Boca en el mismo lugar y con el desafío de ser un emblema adentro de la cancha para ganar la Copa. Sin él, el equipo adquirió una fisonomía goleadora desde el 4-3-3. Con su retorno, Boca deberá volver al 4-2-3-1 y él tendrá que adaptarse al ritmo que le imprimió Guillermo. Algo es cierto: el entrenador quiere una resolución inmediata porque cree que Carlitos, después de un año en el fútbol de China, tendrá que volver a conocerse con sus viejos/nuevos compañeros.
<b>En la defensa también habrá refuerzos</b>
El DT pidió un lateral derecho y que siga Fabra al menos hasta junio (Boca lo cotizó en 10 millones de dólares y parece difícil que alguien lo pague) porque Gino Peruzzi no aportó garantías de ser un buen suplente. A Gustavo Gómez, viejo anhelo del técnico, se lo buscará para competir con la zaga central. Porque a Boca este año de festejo le dejó varias conclusiones. Una es que en plenitud, es un tren difícil de frenar. Otra es que puede adaptarse a varios cambios. Y una última: que para ganar la Copa debe dar todavía más.
