La rutina se repite diariamente: como chofer a bordo del colectivo 104 D, en Corrientes, la jornada de trabajo transcurre de 6 a 14. Tras eso, almuerzo y si el tiempo lo permite una pequeña siesta, porque a las 16 deberá calzarse la indumentaria de entrenador de Deportivo Mandiyú. Religiosamente, todos los días. Nunca descansa. No tiene francos. O sí, pero los arregla de antemano con su jefe. Su único día libre en la empresa de transportes lo utiliza para dirigir a su amado Mandiyú.
El hombre en cuestión es Pablo Sixto Suárez, 50 años, el DT que llevó al club correntino al ascenso del torneo Federal B al A. "Mientras manejo siempre pienso en los partidos. Para mí, vivir exclusivamente del fútbol es difícil, no me alcanza para mantener a la familia", cuenta a LA NACION.
<b>Suárez es gloria y leyenda en su club</b>. En 1988 subió al plantel superior desde las inferiores, a la vez que trabajaba en la fábrica Tipoití. Es el segundo jugador con más presencias en el historial de los Algodoneros en primera división (144) por detrás de Pedro Barrios (227). "Tengo recuerdos hermosos de esa época", asegura. Por aquéllos días, fue tentado por Boca. "Pero Eduardo Seferian, fundador del club y presidente, me duplicó el sueldo. Ahí entendí que sería mi lugar para toda la vida", relata este "romántico" del fútbol, que siempre se calza sus mocasines para ir a dirigir. Y también lo hacía cuando entrenaba: los memoriosos locales recuerdan cuando viajaba en una moto de 50 cilindradas, en camiseta, pantalón corto y. mocasines.
El último fin de semana, el Albo derrotó 1-0 a Ben Hur de Rafaela y concretó su ascenso al Federal A, tercera categoría del fútbol nacional. Por la mañana, Suárez condujo su colectivo. Por la tarde, celebró por partida doble: además era su cumpleaños. "Estamos en una nube, todavía no caemos. El resultado final nos tomó por sorpresa. Valoro mucho la unión de un grupo de chicos bárbaros", detalla.
En otra historia de ensueño que se vive en el ascenso de nuestro fútbol, el logro de Mandiyú cobra todavía más valor cuando se explica que disputó la temporada con el presupuesto más bajo entre los 61 equipos del Federal B. "Los muchachos de Ben Hur cobran el triple de lo que ganan los chicos de mi equipo. Ellos tienen jugadores profesionales que viven exclusivamente del fútbol", detalla Suárez.
En busca de nuevos sueños, el club contará en 2017 con un predio propio para los entrenamientos, en un costado de la ruta 12. "Yo nací en Mandiyú, empecé a los 12 años; ascendí y descendí. Acá viví todo. El objetivo de los dirigentes es escalar, queremos competir nuevamente con los grandes, tener enfrente a Boca y River".
Para el argentino futbolero, Mandiyú permanecerá por siempre en el imaginario popular. "Es un monstruo. Fue un grande del interior y quiere recuperarse. En nuestros años en primera llevábamos 15 mil personas a la cancha, cifra que se repitió en la final con Ben Hur", cuenta. El Algodonero nunca tuvo un estadio propio y juega de local en la cancha de Huracán de Corrientes, equipo que milita en la liga correntina. "El objetivo era no descender y permanecer en el Federal B. Sinceramente, no teníamos plata para llegar lejos y el 90 por ciento del plantel se formó con jugadores de la liga local", sigue Suárez.
La institución correntina jugó en primera siete años, entre 1988 y 1995, y fue el club del nordeste con más tiempo en la máxima categoría. En esa época se cruzó varias veces con Chaco For Ever, en lo que conforma el gran clásico del litoral. Esta semana, la entidad chaqueña los saludó en Twitter: "¡Felicitaciones, Mandiyú!". La respuesta llegó velozmente: "¡Gracias, eterno rival! Ahora volverán los clásicos más importantes de la región". El 2017 los tendrá nuevamente cara a cara, en el Federal A. Suárez, claro, fue partícipe de los enfrentamientos en primera. "Gané mucho más de lo que perdí", asegura sonriendo.
Pablo, el hijo de Suárez, -también futbolista, en la liga local con el Albo- lo traslada en el tiempo y cada dos meses le agarra el celular al padre y le cambia la foto de perfil de whatsapp: actualmente muestra una imagen noventosa con Diego Latorre; suele poner otra con Roberto Cabañas corriendo desde atrás al ex lateral derecho, en la Bombonera. Apenas culminó la final con Ben Hur, Suárez se fundió en un abrazo con su hija Camila, de 16 años. La joven lo acompaña en todos los encuentros de local. "Es mi estandarte", afirma. Suárez volvió a hacer historia en Mandiyú. Pablo Jr., su otro pilar, ya podrá renovarle la foto de perfil.
<b>Por qué el club había caído en desgracia</b>
Tercero en el Clausura 1991, Mandiyú entró en desgracia cuando el empresario Eduardo Seferian, quien lo fundó en 1952, lo vendió y cayó en manos del diputado menemista Roberto Cruz como gerenciador, en 1993. Maradona pasó como DT en 1994. Desde ahí, los fantasmas: el descenso, la desaparición y varias refundaciones simultáneas. Fue la caída de un grande del interior.
En junio de este año se aprobó la unificación de dos entidades que surgieron luego del descalabro: Deportivo Mandiyú y Textil Mandiyú. De esta forma, participaron en conjunto en el Federal B con el nombre Club Deportivo Mandiyú. "A lo largo de la temporada, en la cancha, vimos hinchas con las dos camisetas", cuenta el periodista correntino Mariano Blanco. Fue tal la confusión que muchos simpatizantes dudaban acerca de cuál de los dos equipos debían alentar. Por suerte para ellos, eso ya es parte del pasado. El 2017 los encontrará unidos en otro desafío, el torneo Federal A.