Tienen 9, 11 y 13 años, por lo que serán citados a declarar en Cámara Gesell. Desde el brutal crimen de su madre, están bajo la custodia de su abuela, testigo directo de cómo su hijo Fernando Farré apuñaló y degolló el viernes 21 de agosto a su nuera Claudia Schaefer en el country de Martindale. Los menores cargan hoy con el trágico desenlace de un matrimonio (sus padres) cargado de años de amenazas y violencia física y psicológica. Se sabe ?según consta en la denuncia que la víctima había hecho en la Oficina de Violencia Doméstica- que los nenes habían presenciado al menos una situación traumática en el departamento en el que vivían con sus padres.
Aquella noche del 2 de agosto dejó a las criaturas como testigos involuntarios de un conflictivo proceso de divorcio. Claudia Schaefer jugaba a la Play Station con sus hijos cuando Farré irrumpió en el lugar y comenzó a buscar pelea. "(...) Había estado buscando durante el día motivos de discusión. Se puso a hablar con los chicos, les dijo 'les voy a contar cómo compramos esta casa. (...) esta casa la compramos con mi trabajo y dinero de mi familia. Ahora su mamá se quiere separar y romper la familia'. Le pedí que no involucrara a los chicos", relató la mujer en la denuncia.
En ese momento, ella lo amenazó con grabar la conversación con su celular. "Cuando vio el teléfono, se me vino encima para sacármelo, me agarró del pelo y me tiró sobre un sillón. Me puso una rodilla en la cara para que me quedara quieta. No me podía mover. Gritaba pidiendo ayuda. Los chicos estaban ahí. La empleada (María) también estaba presente. No podía salir porque él hacía mucha fuerza. Tiré el teléfono, lo agarró mi hija y se lo dio porque él se lo pidió con un grito. Ahí me soltó", precisó la mujer cuyos allegados afirman que fue víctima por diez años de constantes ninguneos de Farré.
El relato es cruel, pero más aún la situación de estrés y temor de los menores que debieron presenciar eso: ver a su madre reducida por quien se supone debía protegerlos. "Cuando me levanto, veo a los chicos llorando, a uno tironeando de él (Farré) para que me suelte, a otro llorando y a otro gritando. Quise abrazarlo a Fernando para que se calmara y dejara de gritar y ponerse loco. Se calmó y se sentó, soltó el teléfono. Después fue a buscar a uno de los nenes que se escondió en un placard. No quiso salir hasta que me vio a mí. Estaban todos angustiados y con miedo", había confesado Claudia en esa denuncia que dio vía libre a la orden de restricción que luego fue desestimada por común acuerdo.
En esta historia, los menores también fueron víctimas. Víctimas de los contantes cambios de personalidad y comportamientos compulsivos de su padre a lo largo de años. Todo eso, dicho por Claudia en un marco de desesperación y extrema vulnerabilidad. "Él se estresaba. Se podía nervioso y agresivo en varias situaciones" porque ?aparentemente- no sabía cómo tratar a su hijo autista. "Lo que suele hacer es hablar, denigrar, basurear, menospreciar. Esto fue escalando a lo largo del tiempo y habrá empezado hace diez años", especificó.
El abogado querellante, Jorge Sandro, adelantó que los menores serán citados a declarar y alertó que "habría que evitar revictimizaciones que pueden ser perjudiciales para los chicos". Además, confirmó que mañana declarará como testigo la empleada doméstica.