Un superclásico es un superlásico, se juegue donde se juega, por torneo, por copas, en el verano. Así quedó demostrado otra vez con un duelo áspero, friccionado, conversado, jugado bien en serio. En ese marco, en un Súper caliente con expulsados, Boca se sacó las ganas contra River y le ganó después ocho partidos, en los que no había podido vencer el año pasado.
El Boca suplente del Vasco no quiso esperar ni dejar jugar al River campeón de Gallardo: salió a atacarlo, a ahogarlo, a buscar el arco de Barovero. Y llegó al gol después de un pase genial de Pablo Pérez a Cristaldo, y de que Sara estuviese acertado en dos llegadas de peligro, con olor a gol. Con un Carrizo dinámico, con Pérez y con Pavón prendidos, tuvo más la pelota y complicó a un rival aletargado, que tardó en meterse en el partido.
Todo el fútbol en medio de empujones, pierna fuerte y mucho bla bla. Porque claro, nadie quería perder. El Boca alternativo jugó un tiempo, el primero, y en el segundo se dedicó más que nada a cuidar la ventaja. Y cuando había quedado con uno menos por la infantil expulsión de Cubas, Vangioni le dio una manito haciéndose sacar la roja. Y entonces ahí, diez contra diez, cerró filas y se dedicó a aguantar. Y hasta tuvo contras para liquidarlo, como una de Cristaldo y en un tiro de Pochettino.
Decía Arruabarrena que Boca jugó como equipo y es cierto. En cambio River no apareció, salvo las pinceladas del Pity Martínez cuando le tocó debutar en el segundo tiempo: Pisculichi, Teo Gutiérrez, Cavenaghi, todos desaparecidos en esta noche de verano, lejos de aquel equipo campeón. Y así fue que Boca, con un Carrizo el alto nivel y un Pablo Pérez que mostró lo que puede sumar, se llevó la primera alegría del año. Para decirle a River que el 2014 ya fue, que se acabó la joda.
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