El globo pasó lejos de su cabeza, bajó y se clavó en la línea como un puñal. Y las lágrimas no tardaron en llegar. Había jugador el partido de su vida, había merecido la victoria por todo lo hecho, había tenido cinco match points y los había jugado con pulso firme. Pero se escapó. Todo se desmoronó en ese globo, en ese tiro imposible de contrarrestar. El Yacaré se ahogó en la orilla.
Leonardo Mayer sucumbió ante el suizo Roger Federer por 7-5, 3-6 y 7-6 (7), en un partido que no olvidará jamás, por la segunda ronda del Masters 1000 de Shanghai. No lo olvidará por la manera en la que se le escapó, tanto en el tie break (estuvo 5-2) como en el 5-4 a favor con el saque del número tres del mundo. Tampoco lo olvidará por su gran nivel.
El correntino, ubicado en el puesto 25 del ranking mundial, estuvo muy firme con su servicio y sólido desde el fondo de la cancha, tanto con la derecha como con el revés. Estuvo más que a la altura de las circunstancias, pero le faltó la estocada. La buscó. El último punto lo perdió en la red y hasta el propio Federer, nuevo número dos del mundo, se sorprendió con el globo que metió.