

Esta enfermedad fue descubierta en Japón en la década de 1990, cuando los médicos notaron que algunas personas sufrían cambios en la forma de su corazón tras un gran estrés emocional. El corazón tomaba una forma parecida a un takotsubo, una trampa de arcilla usada para atrapar pulpos. Este síndrome es más común en mujeres y puede confundirse con un infarto debido a la similitud en los síntomas.
Un estudio publicado en el Journal of the American College of Cardiology analizó cerca de 4,000 casos entre 2004 y 2021 y encontró que los síntomas físicos aumentaron del 39% al 58%. Además, aunque sigue afectando más a mujeres, los casos en hombres también subieron del 10% al 15%. Esto indica que el estrés emocional está afectando cada vez más la salud del corazón.

El profesor de Medicina Adrián Baranchuk, presidente de la Sociedad Interamericana de Cardiología (SIAC), explica que este síndrome debilita la capacidad del corazón para bombear sangre. La punta del corazón se agranda mientras que el resto sigue funcionando normalmente, lo que puede provocar coágulos, ritmos cardíacos irregulares o insuficiencia cardíaca. Es difícil diferenciarlo de un infarto solo con un electrocardiograma, por lo que se necesita un estudio especial llamado angiografía para confirmarlo.
Algunas personas se recuperan en pocas semanas, pero en otros casos pueden surgir problemas más graves, especialmente si ya tenían otras enfermedades. Las estadísticas muestran que esta condición es más común en mujeres jóvenes y suele aparecer tras eventos emocionales fuertes, como la muerte de un ser querido, un despido laboral o una separación.

Los síntomas principales del síndrome del corazón roto son un dolor fuerte en el pecho que puede extenderse a la mandíbula, el hombro o el brazo izquierdo, además de dificultad para respirar. Baranchuk destaca que si estos síntomas duran más de 10 o 15 minutos, es esencial buscar atención médica de inmediato. Un diagnóstico temprano es clave para diferenciar este síndrome de un infarto y aplicar el tratamiento adecuado.
Aunque la medicina ha avanzado en la comprensión de esta enfermedad, la relación entre el corazón y las emociones sigue siendo un tema de estudio. Es posible curar el daño físico con atención médica, pero el dolor emocional que lo causa no tiene una solución rápida. Entender esta conexión puede ayudar a mejorar la prevención y el cuidado de quienes padecen este síndrome.