

Con el uso de embarcaciones motorizadas y a remo en la superficie, buzos en las profundidades y bomberos voluntarios en tierra firme, la búsqueda de las hermanitas Pilar y Delfina Hecker sigue intensificándose en Bahía Blanca. A esta estrategia se sumaron modernas tecnologías de rastreo aéreo, marítimo y terrestre, además de la colaboración de un geofísico español, con experiencia en la búsqueda de víctimas en desastres naturales como la trágica inundación de Valencia en octubre pasado.
El esfuerzo se multiplica, pero aún no se ha logrado dar con las niñas de 5 y 1 años, quienes siguen desaparecidas después del devastador temporal que afectó Bahía Blanca y sus alrededores. Este fenómeno meteorológico causó la muerte de 16 personas y pérdidas materiales incalculables. La búsqueda comenzó casi tres semanas después de que un torrente de agua las arrastrara junto con sus padres, quienes se habían detenido en la Ruta 3 debido al anegamiento en el kilómetro 702.
La fiscal Marina Lara, al frente de la causa, confirmó que no hay plazos para finalizar el rastrillaje y la investigación sigue su curso para esclarecer la suerte de las menores, mientras la familia y la comunidad aguardan respuestas. Lara participó de la reconstrucción de los hechos junto a los padres de las niñas, Andrés Hecker y Marina Haag, quienes brindaron detalles a los investigadores sobre los momentos previos a la desaparición de sus hijas.

Una de las novedades más destacadas en el operativo es la incorporación de un sonar de barrido lateral Starfish 900 proporcionado por Gendarmería Nacional. Este equipo de alta resolución y calidad de imagen tiene la capacidad de detectar objetos bajo el agua, incluso en condiciones de barro acumulado, mejorando las posibilidades de encontrar pistas. Este sonar se sumó a un despliegue que comenzó al día siguiente del temporal en la zona donde las niñas fueron vistas por última vez.
Además, la búsqueda se extendió hacia el frente marítimo de Bahía Blanca y sus cercanías, con un refuerzo de recursos, incluidos la Armada, Prefectura Naval y, en las últimas horas, un grupo de kayakistas profesionales. Estos últimos se desplazan por las zonas más cercanas a la costa, cubriendo la compleja geografía del lugar, que incluye estuarios y rías.
El equipo de búsqueda, que ya supera las 300 personas, incluye a la Policía de la Provincia de Buenos Aires, fuerzas públicas, cuerpos especializados, perros entrenados y helicópteros. Estos recursos han cubierto un área de casi 20 kilómetros cuadrados, desde la ruta 3 hasta el mar, enfrentando distintas condiciones: desde el agua acumulada inicialmente hasta el barro y la tierra seca de los últimos días.

El drama
Los papás de Pilar y Delfina vivieron momentos de crisis difíciles en horas posteriores a la desaparición de las niñas. Ambos, incluso, durante ese mismo episodio no sabían que había sido de uno y otro, ya que el agua los llevó por caminos distintos. Luego, sin comunicación posible ya que no había internet ni telefonía, pasaron horas hasta que se reencontraron. A partir de entonces se inició la búsqueda.
Primero en sede policial, luego ya ante funcionarios judiciales, Andrés y Marina contaron paso a paso lo ocurrido aquella mañana, cuando el distrito de Bahía Blanca estaba bajo un literal diluvio y todas sus calles se habían convertido en lagunas, cuando no en ríos, dado que el agua corría con fuerza en sentido a las zonas más bajas de la ciudad y sus costas.
Los cuatro viajaban esa mañana en su VW Gol color gris hacia Mayor Buratovich, a unos 90 kilómetros al sur de Bahía Blanca, ya bajo una lluvia torrencial y decididos a llegar a casa de familiares. Habían hecho los primeros kilómetros por ruta 3 cuando debieron detenerse porque el agua acumulada impedía avanzar. Una situación que también afectaba a otros vehículos y conductores, entre ellos camioneros que habían elegido detenerse sobre la banquina.
Como el agua cruzaba la ruta, avanzaba y ganaba altura dentro del vehículo, se decidieron a salir. Allí se encontraron con el ofrecimiento del chofer de una van de la firma Andreani, que transporta correo. Era Rubén Salazar, que dio marcha atrás, se ubicó a la par y les propuso que se pasen a su vehículo, de mayor porte y más alto, para mayor seguridad.

En medio de la emergencia aceptaron y avanzaron. Pusieron freno de mano a su VW Gol y pasaron a Pilar, la mayor, a manos de Salazar. Hecker había bajado y se agachó a buscar una cartera que se le había caído cuando, coincidieron ambos padres, fueron sorprendidos por una literal ola que cruzaba perpendicular a la ruta 3 y los movió a ellos y a los vehículos.
A la combi de Andreani se la llevó esa correntada, flotando. Hecker pudo quedar sobre la ruta y Haag logró retener a Delfina en brazos. Salazar se subió al techo del vehículo con Pilar. Desde ahí quiso recibir a la más pequeña, pero la mamá no alcanzó porque otra correntada la sacó del capot de la van, donde había intentado afirmarse para ganar altura sobre el agua.
Haag y Delfina viajaron entonces al ritmo de ese torrente. La mujer asegura que dos veces esa turbulencia la llevó por debajo de la superficie, y con esfuerzo volvió a quedar a flote. Pero describe una nueva ola que le arrancó a su hija de las manos. Ya no volvió a verla.
Como pudo, porque no sabe nadar, Haag intentó flotar y dejarse llevar. Contaría luego que trataba de estar tranquila y no desesperarse porque quería seguir en superficie y alerta, en busca de su hija menor. Así, agarrándose de ramas cada tanto, derivó a jurisdicción de la localidad de General Cerri. Hizo pie sobre un terraplén, a metros de un puente que un rato después también cedería ante la potencia de tanta agua. Pudo ser asistida por vecinos de la zona, justo cuando asomaba el pico de inundación por allí.
Del otro lado, sobre la ruta 3, había quedado Hecker, que vio lo que ocurría con su esposa, sus hijas y Salazar. Todos estaban cada vez más lejos de su posición debido a la acción de una suerte de río en que se había convertido ese corredor suburbano. Entonces se decidió, como pudo y con agua casi a la cintura, a pedir ayuda.
Corrió por la ruta 3 en sentido contrario al que había viajado y la encontró en principio del conductor de una van Traffic, que atendió sus pedidos de auxilio, lo subió y lo transportó hacia General Cerri. Hacía allí apuntaba la deriva que tenían las aguas que se había llevado a su familia. También en General Cerri, un rato después, la pareja se reencontró y con desesperación reclamó una pronta búsqueda de sus hijas. Hasta ahora vigente. Hasta ahora sin resultados positivos. (Con información de La Nacion)