REDACCIÓN ELONCE
Solidaridad. En un contexto de crisis económica, las fiestas de fin de año se vuelven un desafío para las familias más vulnerables. En los barrios populares, las celebraciones de Navidad y Año Nuevo no llegan como un evento comercial, sino que se construyen día a día desde las redes de solidaridad. Muchas veces, son las mujeres quienes lideran estas iniciativas, sosteniendo los comedores comunitarios, organizando cenas y haciendo de la Navidad y el Año Nuevo una ilusión para los niños y compañía para los adultos mayores.
La Iglesia y otras entidades sociales también juegan un papel clave al organizar actividades y recolectar donaciones. Pero, ¿son suficientes las iniciativas comunitarias o se necesita un mayor apoyo institucional para garantizar una celebración digna para todos?
Las vecinas y los vecinos, ante la ausencia del Estado, construyen sus propios espacios de apoyo, creando una celebración de fin de año sin adornos ni regalos costosos, basada en la solidaridad y la comunidad. Aunque estas acciones son vitales, también es fundamental reflexionar sobre la necesidad de políticas públicas que apoyen de manera más efectiva a estas comunidades.
A la inflación en distintos sectores de la economía, profundizado por un aumento sostenido en el precio de los alimentos, este año se sumó la decisión del gobierno nacional de no enviar las tradicionales partidas de productos navideños para repartir entre quienes más lo necesitan. Para el gobierno de Javier Milei ya existe contención a través de la Tarjeta Alimentar y la Asignación Universal por Hijo. Sin embargo, surge una pregunta: ¿Son estas herramientas suficientes o se requiere una nueva estrategia de asistencia en tiempos de crisis?
El tema fue debatido en el programa El Ventilador, que se emite martes y jueves a las 21.30 por Elonce.
Merendero "Melenitas despeinadas", de Puerto Sánchez
Mariana Ríos, referente barrial de Puerto Sánchez, expresó que “con las cenas navideñas estamos hace seis años. Nosotros con la olla comunitaria arrancamos en 2016. A la cena navideña la empezamos a implementar en 2018. Los primeros años pudimos lograr algunos juguetes para los gurises. Hacíamos el pesebre viviente y después repartíamos los juguetes. Luego 2018 fue un año complicado y priorizamos la comida en lugar del juguete. Si no tenían juguete, zapatillas o ropa nueva, lo que buscamos es que puedan tener al menos una cena digna para compartir en familia”.
Comentó que “como organización barrial trabajamos para juntar fondos para implementar esa cena navideña. Lo hacíamos vendiendo empanadas, rifas, bingos y demás. Lográbamos hacer arrollados de pollo, de carne, ensalada de frutas, pan dulce y demás. El año pasado con el cambio de gobierno se nos hizo muy complicado, fue una cena bastante pobre, pero lo pudimos lograr sin demasiadas cosas. Este año empezamos temprano a juntar fondos, pero veíamos que la situación no se nos estaba dando como pensábamos. Por ejemplo, de 100 números de rifa vendíamos 35. Nos costaba vender empanadas y otras cosas. Pensamos que no íbamos a poder lograrlo. Gracias al trabajo de la Asociación Soy lo que doy, que implementaron una campaña importante en las redes sociales para promocionar la donación, levantamos”.
Dijo que “nosotros trabajamos con los vecinos de Puerto Sánchez. Cuando vienen por la cena navideña los anotamos previamente, vemos la situación de las familias. Durante el año, hay gente de todos lados que va a buscar comida, pero lamentablemente nosotros a eso no lo podemos sostener. Les explicamos, pero no los mandamos con las manos vacías. Lo nuestro es todo autogestión”.
Consultada sobre cómo surgió la iniciativa de ayudar a otros, expresó: “los costeros somos así, somos solidarios entre nosotros. En mi caso particular, si ustedes miraran a Jesús con mis ojos, encontrarían en aquellos que tienen menos el rostro de Jesús. No lo dejarían solo, con hambre ni en la calle. Eso lo vivo yo. Fui formada así, es mi concepción. Pero también hay otros que por ser vecinos de aquel que no tiene o tiene menos, ayuda y colabora”.
“Yo no conozco que hayan surgido organizaciones de empresas, son los barrios, los vecinos se juntan y ayudan. En Puerto Sánchez es así. Somos solidarios en el río, como vecinos. Estamos formados así. Sino tampoco podríamos vivir en la zona que vivimos. Cuando hay una inundación somos nosotros los primeros que asistimos, cuando se rompe una embarcación somos nosotros los primeros en salir a ver si alguno tiene una tabla o algo para reparar. Se quedó alguien sin trabajo y es el vecino el que le ofrece su canoa, su malla, su espinel para que vaya a pescar”, agregó.
Contó que “en fechas especiales como la Navidad las familias están muy agradecidas. También están aquellos que están con vergüenza y otros que mandan un mensajito preguntando si les corresponde, si pueden ir a buscar con mucha timidez. Lo agradecen mucho. Algunos vecinos no tienen nada para donar, pero ofrecen ayuda para trabajar. El 23 estuvimos trabajando todo el día para cocinar. Luis Páez, el pescador que cocinó los pollos fue a trabajar durante el día, no pescó nada para llevar a su casa, pero llegó a las 17, se bañó y se fue a mi casa a preparar su espacio para empezar a trabajar. Lo hizo toda la noche, eso no lo hace cualquiera”.
Sobre el consumo de drogas y las diferentes adicciones, remarcó: “Puerto Sánchez no escapa a la realidad. En los últimos tiempos ha crecido exponencialmente el consumo y la venta. También tiene que ver con la situación socio-económica, algunas ausencias del estado. Es lamentable porque cada vez son más bajas las edades. Nosotros no tenemos preparación para abordarlo, lo más que tenemos es una compañera estudiando Trabajo Social. Lo otro es la experiencia de cada uno, el amor que le ofrecemos, el compromiso que tenemos para ayudar y acompañar. Nosotros damos una mano, pero también hay que sostenerla”.
Un Cielo Nuevo
Omar Cabrera, de la ONG Un Cielo Nuevo, por su parte, indicó que “nosotros estamos hace 13 años. Hay mucha demanda social pero también está el compromiso de la gente de entender la situación. Si nos piden ayuda salimos al encuentro a colaborar. Hablamos de una inundación, un incendio, lo que fuese. Esto que vivimos tiene que ver con el sentido que la misma gente quiere colaborar y ha crecido en el donar tiempo, dinero, alimentos y demás”.
Explicó que “hoy la pobreza más grande es no tener con quien hablar y eso atraviesa todos los estratos sociales. Lo que nosotros vamos tratando de hacer como grupo parroquial de La Piedad es que el plato de comida sea la excusa para poder llegar. Hace un año y medio entendimos que podíamos abrir las puertas y recibir a distintas personas para que se acerquen a cocinar. Se acercaban a compartir con aquellos a los que nosotros les entregábamos la cena cada martes. Se transformó también en una escucha, en un momento de encuentro, nos sentamos a charlar con ellos y recibirlos. Quizás en todo el día nadie los miró a la cara”.
“Somos entre 20 y 30 personas las que nos acercamos a colaborar cada martes. Recibimos donaciones, muchas, y de distintas empresas y personas. Quienes reciben la comida dicen que esperan el martes porque lo que viven afuera es el infierno. El martes es el lugar que los rescata”, agregó y comentó que “cuando arranqué en Un Cielo nuevo tenía ataques de pánico y para mí este lugar también fue un lugar de rescate y salvación. Buscamos y luchamos, todos somos colaboradores y tratamos de trabajar como iguales”.
Respecto al consumo de drogas, dijo que “ninguno de nosotros es profesional para tratar estos problemas, pero nos rescata el vínculo desinteresado, la apertura, la escucha, el detenernos un momento. Está el Hogar de Cristo, que funciona en la capilla de Lourdes, en calle 25 de junio y Sarmiento. Este lugar ayuda un montón. Hace falta bastante y muchos profesionales que puedan llegar a involucrarse. Trabajamos de la mano con una red que tiene el refugio, Suma de Voluntades, Red Puentes. Los chicos que asisten quieren salir, quieren retirarse y vamos viendo hermosos logros de familias que logran salir. Es hermoso verlos transformados”.
Lorena Schomberger, de la ONG Un Cielo Nuevo, dijo que “a comer concurre muchísima gente de distintos barrios. Tenemos de Humito, Maccarone, Bajada Grande, de todos lados. Van caminando a distintas plazas a buscar la comida. Hay gente en situación de calle y otros que no, pero no tienen para darle de comer a sus hijos”.
Consultada sobre la problemática de las adicciones, señaló: “martes a martes vamos viendo cómo algunas personas están bien y otros mal. También hemos dado mucha contención en ese sentido. Como grupo damos la comida, charlamos, contamos historias y creamos un vínculo con la gente”. Elonce.com