

En general, la envidia está asociada a sensaciones negativas, de comparación, competencia o de desear lo que no se tiene. Sin embargo, desde el Instituto Superior de Estudios Psicológicos de Madrid, se afirma que la envidia puede ser "sana" si motiva a superar las propias metas, aunque en realidad sería más parecido a la admiración.
Este Instituto afirma que la envidia es una especie de defensa que se arma cuando se siente inferioridad: “se odia a otro para no sentir odio contra uno mismo" y se explica que la intensidad con la que se siente envidia depende de cuán inseguro se sienta la persona o cuánta autoestima tenga.
La envidia que es intensa y constante hacia alguien no es para nada buena, ya que conecta con las propias inseguridades de una manera muy directa. La peor envidia es la se siente por la gente apreciada, porque significa que puede destruir lo que más se valora o aprecia.

Un experimento de la Universidad de Chicago demostró que las personas experimentan más envidia sobre cosas que aún no sucedieron. Ese estudio se realizó cerca del Día de los Enamorados y demostró que, las semanas previas al día 14 el nivel de envidia de los participantes crecía hasta frenar el día de los enamorados, y decaía cuando pasaba la fecha.
Por su parte, un estudio realizado por la Universidad de California demostró que cerca del 80% de los jóvenes de menos de 30 años entrevistados sentían más envidia. Es decir, a mayor edad la envidia va disminuyendo.
Este estudio también ilumina respecto a que la envidia se dirige más que nada a personas del mismo sexo y de edades parecidas, con cerca de cinco años de diferencia. Los jóvenes, tienden a sentir envidia por la apariencia física, los romances, el éxito en la escuela y la vida social.