Las localidades se conocen por sus costumbres y tradiciones, pero, sobre todo, gracias a sus festividades. Elonce recorre suelo entrerriano en el marco del micro Espejo de mi Tierra para dar cuenta de las celebraciones que hacen grande a sus pueblos. Tal es el caso del Festival Nacional de Jineteada y Folclore que se organiza en Diamante durante las noches de enero.
Alberto Zapata, quien desde hace 35 años colabora con la organización del festival a través de la agrupación tradicionalista Punta Gorda a la que pertenece, contó a Elonce sobre los inicios y lo que significa “La Reina de las Jineteadas” para la comunidad de Diamante.
“El festival no nació en Diamante, sino que fue trasladado de la zona de Costa Grande por una iniciativa que habían tenido los hermanos Gieco, quienes organizaban la fiesta en campos que eran su propiedad, pero tenían ciertas dificultades por el estado de los caminos tras las lluvias”, contó el miembro de la comisión organizadora.
De acuerdo al relato de Zapata, los hermanos Gieco se comunicaron con intendente de Diamante, que en ese momento era Don Ricardo Hayda, y después de algunas tratativas, idas y venidas, se consiguió el campo Martín Fierro para la realización del festival. “A partir de ahí, el festival comenzó a hacerse en Diamante y con un gran éxito, el que fue cada vez mayor, hasta que adquirió características nacionales gracias a los jinetes y al público, y se considera el mejor festival de jineteada del país”, sentenció el entrevistado.
“Nuestro público es muy especial, porque si bien vienen muchos turistas, también se acerca mucha gente de la zona y aledañas; así, los que vienen de afuera, pueden ver a un islero, a un hachero, peones rurales y conocedores de las jineteadas y las tropillas, porque entre ellos comentan que a fulano le tocó tal caballo y estiman que la jineteada puede ser buena”, explicó el miembro de la comisión organizadora del festival de Diamante.
Además de dar cuenta de la calidad de los artistas que se presentan sobre el escenario “Carlos Santa María”, Zapata dio cuenta de modificaciones en los tiempos de las jineteadas, como en el caso de las montas de bastos con encimeras que pasaron de 14 a 12 segundos; y la crina limpia que pasó de 9 a 8 segundos.
“Las agrupaciones no toman consciencia de la real importancia que tienen porque son una especie de reservorio de las tradiciones culturales orales, porque para los inanimados están los museos”, ponderó al respecto. Y remarcó: “El caso de las jineteadas es el más emblemático y hoy es un deporte de lo que, en alguna época, fue un trabajo”.
“De hecho, gracias a las pruebas de tachos sigue habiendo buenos amansadores de caballos porque un buen amansador de caballos se ve en la boca del animal; y las paleteadas que implican que entre dos personas se separe a un caballo, por las paletas, de un grupo de animales”, ejemplificó al comentar que esta costumbre era propia de las islas hasta la década del ´60 “porque no había corrales y mangas para separar a los animales y sacar a los más gordos para vender”. (Elonce)